Poetry
Poemas

Poemas

Daniel Saldaña París

Están por aquí revoloteando mis obsesiones primarias, como libélulas zigzagueantes o coleópteros ciegos que chocan una y otra vez contra las mismas puertas. Están aquí a mi alrededor mientras pido un café o voy al banco, y se posan enfrente de mis ojos cuando despierto junto al ventilador y sus confesiones. No me dejan reposar, las muy tercas. Están como zánganos adheridos a la pálida corteza de mis sienes. Unas son tan antiguas como estas botas verdes y datan de un pasado que de seguro idealizo. Otras son densas como los calostros y configuran la pobreza de mis interpretaciones. Pero son todas mías, las cabronas, y no voy a dejar que ningún súbito interés por el entorno me las arrebate, mucho menos una manada de perros o una sarta de opiniones prestadas.

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Quisiera escribir sobre la escritura, como un bardo que se muerde la cola.

Pero no llego: muerdo la monotonía. Lo que me recuerda:

nunca supe bien lo que es una peonía.

Me da pena decirlo pero tampoco sé decir cómo es un mirlo.

Volviendo a la prosa: anoche tuve la impresión de que he desperdiciado al menos cuatro meses en los últimos tres días. Escucho música de baile o me dejo llevar por internet hacia un naufragio sin tema. En vez de vida interior tengo unos buenos audífonos. A veces retengo frases que he leído por error y no sé cómo borrarlas: “¿Cuál es la caída de voltaje en un diodo de silicio?” ¿Es esta meseta lo que se conoce como edad adulta? El fruto, dice el lugar común, siempre cae en el instante puntual de su cumplimiento. Pedazo de tiempo: has llegado a ser mi creación más refinada; fuera de ti no hay nada.

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Recuerdo a una florista argentina en Madrid que pronunciaba hermosamente la palabra celosía. En sus consonantes descubrí una sensualidad que relaciono con las milongas, de las cuales, por cierto, tengo una idea bastante difusa. Hay palabras así, que tejen con otras un sentido fundamental pero laxo. Palabras –entonaciones– que sólo en la imprecisión se multiplican.

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Me inquieta de las letras que no tengan sombra. Al mismo tiempo, sé que no debo permanecer en esta idea. Dedicarle un poema sería francamente aburrido. Abundarían los símiles y los símbolos y sería insoportable. Pensemos mejor, por un momento, en el ulular de las sirenas de ambulancia, que infecta la ciudad de incertidumbre. O en la gente que muere, sin ir más lejos, que siempre es un tema que deleita a chicos y grandes, al igual que ciertas películas B-15 (para adolescentes y adultos) que parpadean deshaciéndose en las salas de cine.


Posted: June 10, 2012 at 1:12 am

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