Las deudas saldadas de Carmen Boullosa
Alba Lara Granero
• Carmen Boullosa: El libro de Eva (Alfaguara, 2020. 248 páginas).
El libro de Eva, la nueva obra de Carmen Boullosa (Ciudad de México, 1954), aspira a reescribir el Génesis. La premisa es feminista: subvertir el papel bíblico de Eva, su representación como compañera y pedazo de Adán, como chivo expiatorio de la humanidad, como animal maldito por los siglos de los siglos. No es la primera vez que la escritora mexicana aborda un proyecto narrativo desde esta óptica. Hace cuatro años Boullosa publicaba El libro de Ana, un texto en el que jugaba, con mucha solvencia, con la intimidad y la creatividad de Ana Karenina y su mundo. La similitud de ambos títulos nos invita a pensar que los dos, y quién sabe si hay más por venir, forman parte de un proyecto para dar voces e historias genuinas a iconos femeninos que ocupan aún en nuestras culturas un lugar que no les hace justicia.
El marco literario con el que parece querer emparentarse Eva es el de los libros apócrifos que quedaron fuera de las compilaciones bíblicas canónicas. No en vano, sabemos que existió un «Evangelio de Eva» que hoy está perdido casi por completo. Estos textos fueron excluidos a lo largo de la historia del judaísmo y del cristianismo por ser considerados heterodoxos, carentes de inspiración divina o simplemente herejes. Abundaron. El griego Epifanio de Salamina recopiló en su Panarion, que podríamos traducir como “botiquín”, una cantidad notable de movimientos cristianos heterodoxos, o sectas, algunos de los cuales justificaban sus “desviaciones” en la lectura de evangelios apócrifos. Sobre el ya citado «Evangelio de Eva», dice Epifanio:
Otros no se avergüenzan de hablar de un «Evangelio de Eva». Siembran su raquítica cosecha en su nombre porque, por lo visto, ella obtuvo el alimento del conocimiento por revelación de la serpiente que le habló.[1]
Epifanio ataca en ese pasaje a los borboritas, que practicaban orgías y ritos sexuales que incluían la elaboración de un fluido sagrado que podía contener, entre otras cosas, semen y sangre menstrual. En efecto, uno de los motivos principales del Libro de Eva es la resignificación de la manzana, que no solo despierta el conocimiento en Eva, sino también sus sentidos y su capacidad para el placer. Carmen Boullosa abraza esta imagen abyecta de Eva y sus seguidores y escribe y reescribe la significación de la semilla, el semen y la manzana a lo largo de todo el libro. Boullosa abraza esa concepción heterodoxa en El libro de Eva, que en realidad son los libros de Eva, y nos cuenta que se tratan de escritos que se han transmitido a lo largo de los años dentro de una sociedad secreta. La labor principal de estos receptores ha sido la conservación del texto, pero también han añadido “papeles”, interpretaciones, versiones, historias adicionales, a la escritura recibida.
Además de reescribir los mitos fundacionales judeocristianos, Boullosa también le da un repaso a algunas ideas fundacionales modernas. Quizá la más notable de ellas es la freudiana asunción de la “envidia de pene”. En el libro, Eva descubre su clítoris y ejerce su derecho al placer sin vergüenza. Adán, que la mira resentido por su felicidad, trata de imitarla, pero no consigue obtener placer—aunque de tanto sobarse, termina creándose un pellejito. Adán, con su “envidia de clítoris” no le perdonará nunca a Eva su poder erótico, placentero y, más tarde, creador. Ese odio será la raíz de la misoginia masculina.
El lenguaje también imita un cierto tono bíblico que a veces llega a ser fino y poético y otras veces es excesivo. Ese tono lento favorece la frase descriptiva y resta fluidez a la lectura, que en ocasiones se vuelve tediosa y requiere un compromiso considerable por parte del lector. Quizá porque el libro tiene el ambicioso proyecto de reescribir el Génesis, la urgencia por contradecir todos los episodios que ahí se narran, incluyendo, por ejemplo, el descubrimiento de que fue Eva y no Noé la que sobrevivió al diluvio universal, Boullosa no se para a desarrollar muchas escenas que es, a mi parecer, donde la novela se vuelve más interesante. Cuando la autora se entretiene en la vida familiar de Adán, Eva y sus hijos, por ejemplo, el texto se vuelve brillante, la acción fluye con agilidad.
Las cosmogonías con las que crecemos influyen en nuestra visión del mundo, qué duda cabe. Cristina Peri Rossi ya había explorado cómo el mito de la Eva fundacional persiste en estereotipos sexistas actuales en La nave de los locos (1984). A Carmen Boullosa también le molestaba la figura de Eva que le habían transmitido desde pequeña y que parecía representar un rechazo de lo femenino en general. En El libro de Ana, Boullosa salda cuentas pendientes con esa versión nada inocente de las cosas y construye un discurso feminista, a favor del placer y del cuerpo. Es una novela de difícil lectura, pero las autoras con la solera de Carmen Boullosa pueden darse el gusto de escribir lo que quieran y hay que aplaudir ese acto de libertad y osadía.
Nota:
[1] Traducción mía. Texto citado de la versión en inglés del Panarion de Epifanio de Salamina, concretamente la sección 2.6 (página 92). La obra puede consultarse en línea aquí.
Alba Lara Granero (El Pedernoso, 1988) es escritora y licenciada en Filología Hispánica y máster en Formación del Profesorado por la Universidad Complutense de Madrid. Es graduada del programa MFA de la Universidad de Iowa y sus ensayos han sido publicados en Iowa Literaria y otras revistas. Su Twitter: @a_laragranero
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Posted: November 18, 2020 at 9:00 pm