China y Latinoamérica
César Eduardo Santos
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Latinoamérica: Los lobos guerreros que no se han ido
La diplomacia china del “Lobo Guerrero” cobró auge durante la pandemia. Entre otras cosas, debido al aumento de críticas internacionales hacia el modelo de gobernanza autoritaria de Xi Jinping y, más concretamente, respecto al manejo del virus del SARS-CoV-2 originado en China. A este hecho debemos sumar un periodo turbulento de las relaciones entre Pekín y Washington, signado por el inicio de la guerra comercial bajo el primer mandato de Donald Trump, que obligó al ministerio chino de exteriores a asumir una postura reactiva frente a los embates estadounidenses, no siempre bajo los principios del diálogo y respeto mutuo.
En este contexto, diplomáticos chinos de todo el mundo asumieron un estilo combativo y ultranacionalista, decidido a desacreditar cualquier discurso contrario a los intereses del Partido Comunista (PCCh) y la buena imagen de su país ante el mundo. Semejante estilo fue catalogado entre la opinión pública como la “diplomacia de lobo guerrero”, en referencia a una película de acción china estrenada en 2017 bajo el mismo título, cuyo eslogan anunciaba: “Aunque esté a mil millas de distancia, cualquiera que ofenda a China pagará”.
La época de los lobos guerreros, no obstante, pareció llegar a su fin junto con la pandemia. Al tiempo que se redujeron las tasas de mortalidad causadas por el virus del covid-19, las críticas más severas sobre la represión en Hong Kong, Tíbet y Xinjiang también quedaron atrás. Si bien expertos y países democráticos dentro de las Naciones Unidas siguieron externando su preocupación sobre estos acontecimientos, no ocurrió el mismo revuelo mediático que causaron informes como el de 2022 sobre “las graves violaciones de derechos humanos” por parte del Estado chino contra los uigures, o las alarmas internacionales encendidas por la entrada en vigor de la Ley de Seguridad Nacional de 2020 en Hong Kong.
El retorno a la diplomacia convencional se veía anunciado, incluso, en un grupo de estudio del Politburó del Partido Comunista de China, donde Xi conminó a sus correligionarios a transitar la ruta de la civilidad frente a sus pares extranjeros: “Debemos prestar atención a mantener un buen tono, ser abiertos y confiados, así como modestos y humildes, y esforzarnos por crear una imagen de China que sea creíble, amable y respetable”, declaraba el presidente chino en 2021. De igual manera, la reanudación de los diálogos de alto nivel entre China y Estados Unidos después de la reunión bilateral Biden-Xi durante el Foro APEC de 2024 en San Francisco, ofrecía un argumento para dejar de lado las posiciones agresivas y optar, en cambio, por la diplomacia propiamente dicha entre competidores estratégicos
Los resultados de lo anterior pudieron verse, por ejemplo, en las primeras respuestas del servicio exterior chino frente a las intimidaciones de Trump 2.0. Estas comunicaciones parecieron por demás civilizadas en medio de la incertidumbre y la habitual bravuconería del presidente norteamericano. Para muestra, las palabras del canciller Wang Yi tras la primera ronda de imposición de aranceles a la República Popular China por parte del gobierno estadounidense, en marzo de 2025: “los grandes países deberían cumplir con sus obligaciones internacionales […] y no intentar aprovecharse de los débiles ni intimidarlos”.
En ese mismo contexto, no obstante, algunos diplomáticos chinos se han visto obligados a responder a Trump con un natural tono de combatividad, como lo hizo la Embajada de China en Washington: “Si lo que Estados Unidos quiere es una guerra, ya sea una guerra arancelaria, una guerra comercial o cualquier otro tipo de guerra, estamos listos para luchar hasta el final”. Pese a ello, no existen indicios de un retorno a la diplomacia del lobo guerrero observada durante la pandemia, en cuanto estilo oficial de comunicación política.
La mayoría de Embajadas chinas alrededor del globo han procurado, más bien, dar cuenta de los efectos nocivos de la guerra arancelaria para el comercio mundial, exponiendo el punto de vista chino a través de redes sociales, medios estatales de China y periódicos locales. Sin ir más lejos, el canciller Wang Yi publicó hace unas semanas una pieza en La Jornada, donde afirmó: “Hemos de rechazar conjuntamente el unilateralismo y defender el sistema multilateral de comercio centrado en la Organización Mundial del Comercio. Nos es menester abogar juntos por un mundo multipolar igualitario y ordenado y una globalización económica universalmente beneficiosa e inclusiva”.
Por lo anterior, prominentes analistas como Duan Xiaolin y Tyler Jost han afirmado recientemente que el Ministerio de Exteriores chino ya no está interesado en fomentar la diplomacia de lobos guerreros. Incluso, algunos otros afirman que su relevo parece estar muy lejos de China, fincado ahora en las formas antidiplomáticas de los altos funcionarios del Make America Great Again: la humillación a Zelenski en el Despacho Oval, las críticas a la Unión Europea en la Conferencia de Seguridad de Múnich o las amenazas de Trump sobre una posible anexión de Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá son solo algunos ejemplos célebres.
No obstante, en varios países de América Latina, y particularmente en Centroamérica, el estilo aguerrido de los lobos guerreros chinos permanece en activo, formando parte de cierta tradición entre embajadores y otros diplomáticos que se encuentran en la zona. Entre ellos destacan casos como el de Xu Tiefei, consejero político de la Embajada de China en Costa Rica, quien es conocido por sus críticas a los Estados Unidos. En 2020, por ejemplo, frente a las conspiraciones del origen artificial del covid-19 en China, declaró en redes sociales: “Que yo sepa, el virus gripal reciente más famoso es H1N1, que se originó en los Estados Unidos en 2009. En el mismo año cobró casi 20 mil vidas, y más tarde se propagó a más de 200 países y regiones”. Más recientemente, luego de que EE. UU. anunciase la colaboración con el gobierno de Rodrigo Chaves para detener la supuesta intromisión de grupos cibercriminales chinos en el país centroamericano, Xu posteó un comunicado de la Embajada al que agregó una descripción burlesca: “Guiado por el Norte, perderá el norte”.
La Embajada china en Panamá también ha arremetido contra las decisiones de Trump, lejos del “buen tono” que recomendaba Xi en el Politburó del PCCh. En un comunicado reciente, donde se condenan las presiones del nuevo gobierno estadounidense sobre el Canal de Panamá, la Embajada afirma: “es bien sabido quién está orquestando la oleada mundial de escuchas telefónicas y vigilancia y quién es el mayor país de origen de ciberataques”, en referencia a EE. UU., y agrega “Estados Unidos es el país que más daño ha hecho a Panamá a lo largo de su historia”.
En Colombia, el embajador Zhu Jingyang ha elegido, asimismo, un tono agresivo y poco diplomático en sus interacciones con actores críticos. En los últimos meses, los altercados en las redes sociales de Zhu han sido llamativos. Tras la publicación de un reportaje de la Deutsche Welle, acerca de la autocensura de DeepSeek en temas controvertidos para el Gobierno chino –como la masacre de Tiananmén–, el embajador respondió: “Sabemos que son estúpidos, pero no así de estúpidos. ¡Da risas!”. A otros medios de comunicación, como Entorno, Zhu también los ha criticado, acusándolos sin pruebas de difundir “noticias falsas”.
Los casos anteriores evidencian, pues, que la diplomacia del lobo guerrero no ha desaparecido por completo, al menos no en América Latina. Aunque el gobierno de Xi Jinping ha intentado proyectar una imagen más moderada desde hace algunos años, el regreso de Trump a la Casa Blanca ha reactivado, en ciertos frentes, la retórica confrontativa. No resulta casual que embajadores chinos en países como Costa Rica, Panamá y Colombia –donde Washington ha incrementado su presión en asuntos de ciberseguridad, infraestructura y comercio– adopten una postura poco diplomática. Mientras América Latina siga siendo un tablero estratégico en la disputa entre Pekín y Washington, todo indica que los lobos de China seguirán aullando.
César Eduardo Santos. Investigador en el centro Expediente Abierto (www.expedienteabierto.org). Especializado en el estudio del iliberalismo y la influencia autoritaria de China en Centroamérica. Su X es @ce_santosv
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Posted: May 31, 2025 at 3:22 pm