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El ocaso del mesías

El ocaso del mesías

Sergio Negrete Cárdenas

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López Obrador, por supuesto, es un Presidente histórico, o al menos eso se siente. Que la 4T siga es un imperativo, señal de la aclamación en las urnas que el pueblo bueno manifestará por su persona y obra, confiando su relevo a quien no tuvo el menor pudor en presentarse como su clon. Si esa victoria electoral requiere de una dosis de fraude patriótico, no importa.

Poco más de un año es lo que le queda en Palacio Nacional. El mesías ha iniciado el ocaso de su reinado sexenal, ya habiendo designado a quien desea como su sucesora (farsa de encuestas de por medio) y presentando sus ambiciones para el cierre de su gobierno por medio de un presupuesto con un déficit fiscal explosivo. Ante una candidatura opositora inesperada y formidable, no se ha cansado de atacar a Xóchitl Gálvez.

 

La obsesión por el legado… y protección

López Obrador, por supuesto, es un Presidente histórico, o al menos eso se siente. Que la 4T siga es un imperativo, señal de la aclamación en las urnas que el pueblo bueno manifestará por su persona y obra, confiando su relevo a quien no tuvo el menor pudor en presentarse como su clon. Si esa victoria electoral requiere de una dosis de fraude patriótico, no importa. El pueblo no se equivoca, solo a veces hay que corregirlo. No por nada, el demagogo autoritario fue por años un entusiasta militante del PRI en la época en que este ganaba siempre, fuese a la buena o la mala.

Porque el inquilino de Palacio Nacional entiende, aunque nunca lo aceptaría abiertamente, que mucha de su obra es inservible. Ahí está ese aeropuerto que ni él mismo quiere usar por la misma razón que tantos mexicanos y extranjeros: lejos y mal conectado. De la misma forma que está esa refinería que tras más de cuatro años le falta mucho para refinar gasolina como dijo que lo haría en tres. Anunció que iba a costar máximo ocho mil millones de dólares, y hasta el momento el precio total proyectado es 22 mil millones (y puede subir más).

Cuando Dos Bocas opere por fin a plena capacidad (cuando sea que ello suceda) lo hará perdiendo dinero. Nada nuevo, es lo mismo que hacen las otras seis refinerías, que en promedio han perdido en conjunto 177 mil millones de pesos cada año entre 2019 y 2022. Pemex en eso también hace historia: no cualquier petrolera quema dinero mientras refina crudo. Lo que también perderá dinero desde el primer día será el Tren Maya, aparte de un costo astronómico en su construcción, sin hablar de la destrucción ecológica. Por supuesto, el AIFA también pierde dinero. Se necesita que en Palacio Nacional despache una persona dispuesta a seguir arrojando recursos del erario a esos agujeros negros.

Tan importante, o más, el mesiánico necesitará de protección, quien le cuide las espaldas. Dedicado a sembrar odio, cuidado tras todo un aparato de seguridad, le espera una cosecha abundante cuando deja la presidencia. Esto aparte de estar a salvo de investigaciones sobre el abundante patrimonio familiar del que estará gozando (ya se sabe que el Licenciado nunca pone nada a su nombre). De la relación de su gobierno con el crimen organizado habrá muchos cuestionamientos, incluyendo de una administración estadounidense que quizá ya no encabezará Joe Biden. Necesitará de un gobierno mexicano absolutamente de su lado, cubriéndole la espalda.

 

Un cierre largo y quizá peligroso

Pero antes del cambio de gobierno estará el largo cierre. Más de un año de confrontación en la cual será un entusiasta participante López Obrador. El peor escenario, que no puede descartarse, sería una mezcla de 1994 y 2006, con la violencia política llegando a niveles extraordinarios, con el participación activa del crimen organizado, como de hecho ocurrió en 2021. Añadiendo, por supuesto, lo que AMLO y Morena puedan intentar en materia de realizar un fraude patriótico.

Suponiendo que un fraude no pueda realizarse, o sea insuficiente, está el escenario en que Xóchitl Gálvez gane la presidencia. Puede preverse que el tabasqueño no reconocerá su victoria, alegando que le hicieron fraude electoral a Claudia Sheinbaum. Esto sería prácticamente un hecho. AMLO nunca ha reconocido una derrota, ni cuando buscó (dos veces) la gobernatura de Tabasco ni tampoco las dos veces que perdió la presidencia. Solo cuando gana, entonces proclama que las urnas han entregado un resultado democrático (en 2000 en CDMX y por supuesto en 2018). No puede esperarse la menor posibilidad de que reconozca una victoria de la candidata del Frente Amplio por México.

Pero ya no sería el rijoso candidato opositor ocupando Reforma como en 2006, sino el Presidente saliente despachando desde Palacio Nacional, con todo el aparato de seguridad (y por supuesto el ejército) a sus órdenes. ¿Presionaría para que se anulara la elección y que se designara a un Presidente Interino? ¿Se rehusaría a entregar la presidencia el 1 de octubre?

Lo que no puede esperarse es que sea un ocaso tranquilo y una transición sin sobresaltos. Esperarlo sería tan ingenuo como pensar que el demagogo autoritario es un demócrata.

 

Sergio Negrete Cárdenas. Profesor de Tiempo Completo en la Escuela de Negocios del ITESO. Trabajó en el Fondo Monetario Internacional. Profesor en varias universidades de España y México, destacadamente la Universidad Pompeu Fabra y la Escuela Superior de Comercio Internacional, en Barcelona, la UNAM y la Escuela de Periodismo Carlos Septién en la Ciudad de México. Doctor en Economía y Maestría en Economía Internacional por la Universidad de Essex. Diplomado en Política Exterior de Estados Unidos por la Universidad de Maryland. Licenciado en Economía por el ITAM y en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Twitter: @econokafka

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Posted: September 21, 2023 at 11:20 am

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