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Juan Manuel Aurrecoechea: La Revolución Mexicana en la caricatura estadounidense

Juan Manuel Aurrecoechea: La Revolución Mexicana en la caricatura estadounidense

Tanya Huntington

No creo que debamos sentirnos, como dices, muy celebratorios, simplemente por cumplir “doscientos años de ser orgullosamente mexicanos”, frase desafortunada, que supongo imaginada por un ocurrente publicista que piensa el país como supermercado o estadio de futbol…

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Con el apoyo de la Fundación Guggenheim, Juan Manuel Aurrecoechea realizó una investigación sobre la caricatura política aparecida en la prensa estadounidense a propósito de la Revolución Mexicana. El resultado de este trabajo dio origen a la muestra que por estas fechas ofrece el Museo Carrillo Gil de ciudad de México bajo el nombre de La Revolución Mexicana en el espejo de la caricatura estadounidense. Aurrecoechea es un experto en animación y estudios de fotografía que ha comisariado numerosas exposiciones sobre estos temas, entre ellos Retrospectiva del cine mexicano de animación (2002).

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Tanya Huntington Hyde: Antes que nada, Juan Manuel, me dio mucho gusto enterarme del tema de la exposición que vas a curar a partir de septiembre en el Museo Carrillo Gil, aquí en el Distrito Federal: La Revolución Mexicana en el espejo de la caricatura estadounidense. Muy ad hoc para el centenario, pero a la vez, ¿más cuestionadora que celebratoria?

Juan Manuel Aurrecoechea: No creo que debamos sentirnos, como dices, muy celebratorios, simplemente por cumplir “doscientos años de ser orgullosamente mexicanos”, frase desafortunada, que supongo imaginada por un ocurrente publicista que piensa el país como supermercado o estadio de futbol; de  entrada excluye de la nacionalidad a buena parte de nuestro pasado. En el mejor de los casos convierte en una especie de premexicanos a personajes como Cuauhtémoc o Sor Juana Inés de la Cruz, que, como todos sabemos, vivieron antes de la Independencia, y en el peor, de plano los expulsa de la patria. Pero algo de bueno tienen los aniversarios, y es que nos sitúan ante acontecimientos capitales de nuestra historia, nos hacen pensar en dónde estamos, de dónde venimos y quizá para dónde vamos; de alguna manera nos devuelven el pasado –no al pasado–, es decir nos ubican en el horizonte histórico, en ese lugar donde todo sucede al mismo tiempo (pienso que lo que sucedió alguna vez nunca  deja de suceder, que Hidalgo está hoy mismo a las puertas de la Ciudad de México, que Villa nunca ha dejado de atacar Columbus y que el Plan de Ayala es totalmente vigente). En esta perspectiva y aunque ahora el país no esté para celebraciones, me parece bien que recordemos, multitudinaria y colectivamente, que hace cien años México vivió una revolución y hace doscientos se consiguió la Independencia. Creo que la forma ética de aproximarnos al centenario es cuestionando todo. En lo personal, la oportunidad me incitó a revisar la caricatura estadounidense sobre la Revolución Mexicana, una fuente muy poco explorada, aunque pletórica de sugerencias sobre lo que ha sido la relación entre los Estados Unidos y México. Relación hoy decisiva.

THH: Una relación decisiva no solo políticamente sino geográficamente –porque (sin caer en determinismos) ser vecinos establece cierto grado de cercanía. O de distancia forzada a través de los estereotipos prefabricados, que ha sido el caso aquí. ¿Encontramos en estas imágenes que exhibirás algunos, digamos, lugares comunes que se repiten?

JMA: Tras la revisión de aproximadamente unas mil quinientas piezas encontré todos los prejuicios imaginables. A través de la caricatura estadounidense de la Revolución se puede seguir el debate público que se dio en los Estados Unidos sobre el México insurrecto. Como los Estados Unidos jamás dudan ni de su derecho ni de la necesidad de intervenir en los asuntos mexicanos, la discusión se centra en cómo intervenir. Y la caricatura estadounidense plantea esta intervención como misión civilizadora, porque en principio considera a México como un país salvaje y así lo pinta. Las posiciones más extremas, las que no ven más solución que la bélica y exigen que el ejército de los Estados Unidos invada y aplaque con las armas por igual a federales y revolucionarios, se expresan en periódicos como el New York American Journal, del legendario William Randolph Hearst, o The Angeles Times, del general Otis. Ambos con importantes intereses en México –Hearst poseía grandes extensiones de tierra en Chihuahua y el Istmo de Tehuantepec, y Otis en el delta del Río Colorado de la Baja California–. Para caricaturistas como Winsor McCay –por otra parte autor del inolvidable cómic Little Nemo in Slumberland–, que trabaja para Hearst, la Revolución no tiene más objetivos que atacar los “legítimos” intereses estadounidenses, y termina por pintar iguales a Huerta, Villa, Carranza y, para efectos prácticos, a todos los mexicanos: como bárbaros ambiciosos, sedientos de sangre, que se deleitan pisoteando la bandera de las barras y las estrellas y causando la mayor cantidad posible de víctimas “americanas”.

THH: Hasta podríamos decir que es durante este proceso histórico en que se materializa y se militariza una frontera que antes aparecía más bien desdibujada…

JMA: Se materializa, se militariza y se criminaliza la frontera, exactamente igual que ahora mismo. El 20 de noviembre de 1910, Luther Bradlley, dibujante del Chicago Daily News, pinta a México como el patio trasero de los Estados Unidos donde ha estallado una inquietante revolución. En la caricatura, el presidente Taft observa sobre una barda –que representa la frontera– huellas de batalla: rifles, sables, sombreros y zapatos tirados en el patio de la casa de su vecino, Porfi rio Díaz. Por una esquina asoma un torvo mexicano de apariencia siniestra y amenazante. Este personaje, se repetirá con ligeras variantes a lo largo de miles de caricaturas durante toda la década siguiente; servirá lo mismo para representar a villistas, orozquistas, zapatistas y constitucionalistas, federales, huertistas o felicistas, hasta que termina por convertirse en la imagen de México mismo. Y lo importante en la caricatura que trasciende no es tanto lo duro sino lo tupido; lo que cuenta es la cantidad, la repetición machacona de una imagen que pinta a los mexicanos primitivos, brutos, ambiciosos, violentos, crueles, sucios, torpes, infantiles, flojos, feos, ingobernables… En todos los términos, inferiores al prototipo anglosajón de piel blanca. Claro que esa caricatura también permite ver el racismo con que los Estados Unidos miraban al México revolucionario; habla a gritos, como afi rma Mark C. Anderson, de cómo se ven y enaltecen a sí mismos los Estados Unidos frente a un Otro –la alteridad– al que apenas entienden. Esta imagen denigratoria de México era esencial para que la opinión pública estadounidense apoyará la intervención de los Estados Unidos y respaldara la invasiones de Veracruz, en abril de 1914, y la de Chihuahua, en 1916.

THH: Siento que esos estereotipos de “allá para acá” han tenido cierta permanencia. Por ejemplo, la visión de México como traspatio, o del mexicano como inherentemente violento. Por otra parte, aparece casi invariablemente el Tío Sam, años antes que el famoso póster de reclutamiento de I Want You, que pintó James Montgomery Flagg en 1917. Como si los caricaturistas aplicaran la perspectiva medieval, siempre se retrata a él (el Tío Sam) como una fi gura mucho más grande que los revolucionarios.

JMA: Una de las cosas que me sorprendieron en el transcurso de la investigación fue que el personaje principal en la serie de caricaturas que localicé sea el Tío Sam y no, como esperaba ingenuamente, Villa o Carranza. Pero claro, las caricaturas están dirigidas al público estadounidense de la época y la Revolución aparece como su asunto. Y  esta figura del Tío Sam siempre es edificante, patriarcal, aunque se mueva en un medio humorístico. En los dibujos, los mexicanos casi nunca alcanzan su cintura, siempre aparecen achaparrados, empequeñecidos, inferiorizados o infantilizados. La jerarquía no sólo se manifiesta en el tamaño de las figuras. Por ejemplo, el Tío Sam frecuentemente aparece armado, pero a diferencia de los revolucionarios que disparan sin ton ni son, como cowboys borrachos, él siempre porta sus armas con aparente serenidad, dignidad y hasta responsabilidad.

THH: Una responsabilidad que, como sabemos, no siempre existe; pero que nos remite por otra parte al tráfico de armas desde Estados Unidos, que fue un gran tema entonces, igual que ahora. Entonces, ¿no figuran las causas sociales de la Revolución en estas imágenes?

JMA: Ya es un lugar común comparar al México de hoy con el de hace cien años, pero las semejanzas lo hacen inevitable. Sin duda una de las preguntas capitales del presente es el lugar que ocupan las armas, de dónde vienen y a quién sirven, como lo fue en 1910. En cuanto a tu pregunta, son muy pocos, aunque muy notables, los caricaturistas estadounidenses de la época que explican la Revolución por sus causas sociales, los que remiten al lector a fi guras como la del peón acasillado, los latifundios y la falta de democracia. Destacan por ello, Barnett y Johnson, que dibujaban para Los Angeles Tribune, y cuyas caricaturas incluso reprodujo el periódico Regeneración de los hermanos Flores Magón. Otros dibujantes, que hoy ocupan un primerísimo lugar en la historia de la caricatura estadounidense, como Robert Minor y Art Young, publicaron algunos cartones muy críticos de las visiones racistas de México en The Masses, la revista socialista de Nueva York. Pero cuantitativamente estas caricaturas, aunque resalten por su postura, su filo y la calidad de su dibujo, son insignificantes frente a la avalancha de cartones que terminó por fabricar la imagen hegemónica de la Revolución en los Estados Unidos. Como te decía, en caricatura lo que importa es la cantidad, más que la calidad.

THH: Es un mensaje que se transmite, digamos, al por mayor, ¿no? Lo cual refl eja también las estrategias económicas que han sido empleadas por los Estados Unidos. ¿Crees que estas caricaturas nos muestran cómo México, en alguna medida, ha ocupado un punto ciego desde la perspectiva estadounidense? Quiero decir que como país, EUA ha sido incapaz de adoptar una mirada abierta hacia el país vecino…

JMA: Tu pregunta es muy sugerente ¿pueden nuestros países verse con objetividad y justicia el uno al otro? Sin duda hay norteamericanos que se han esforzado en ver con justicia a México. Y ya que estamos hablando de la Revolución Mexicana, un ejemplo lo tenemos en John Reed, pero hay muchos otros. Pero cuando hablamos de la mirada de una nación, de una mirada estadounidense, estamos frente a una generalización. Las naciones son entelequias y las entelequias no piensan. Así que cuando buscamos el sujeto de la mirada estadounidense, la cuestión se complica, porque esta mirada está construida por muchas miradas, es una mirada compartida de alguna manera, pero también en disputa y confl icto. Podríamos hablar entonces de una mirada hegemónica, y aquí no creo que haya un punto ciego sino un propósito deliberado de mostrar las cosas desde la perspectiva del quien tiene el poder. Las caricaturas estadounidenses de la Revolución que forman parte de este debate, proponen imágenes de México que generan o apuntalan los prejuicios que terminan por construir ese punto ciego del que hablas. Sin duda son caricaturas poderosas, que tuvieron muy amplia difusión, que alcanzaron gran popularidad y que terminan por pesar mucho en esa mirada estadounidense sobre México. Muchas caricaturas parecen producto de una campaña, como si los intereses político-económicos guiarán los lápices de los dibujantes. Pero hay otras en las que encuentro una mirada confundida, que intenta comprender lo que sucede y que se debate entre los prejuicios dictados por la imagen hegemónica y sus propias inquietudes individuales. Pienso en Boardman Robinson, dibujante del New York Tribune, que pinta la Revolución como una tragedia, pero en la que la víctima es el pueblo de México. Quizá entiende poco lo que pasa en el México revolucionario, pero su mirada confundida me simpatiza.


TanyaHuntingtonTanya Huntington is a contributing writer at Literal. Follow her on Twitter at @TanyaHuntington.

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Posted: April 22, 2012 at 1:54 am

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