PETER HANDKE Y LOS PENSAMIENTOS ADIVINADOS DE UNA MULTITUD
Mónica Maristain
La noticia de Peter Handke como el ganador del Premio Nobel vino un poco a hacer justicia a un hombre totalmente relegado por sus ideas políticas, aunque como bien dice el crítico español Ignacio Echevarría: “La causa de Handke no es la de Serbia. Ni siquiera es la del pueblo serbio, con el que se solidariza. Es la de quien reconoce en la guerra ‘el veneno de las palabras’ e impugna la perversa alianza del periodismo y de las bombas, consumada en nombre de la Humanidad. Por errados que puedan ser sus alineamientos, las dudas de Handke, sus tribulaciones y sus cuestionamientos, son sin duda justos. Quienes sospechen de expresiones como la de ‘guerra humanitaria’, empleada con frecuencia a propósito de los bombardeos de Yugoslavia; quienes recelen del maniqueísmo empleado por la prensa de toda Europa para relatar un conflicto cuya evidente complejidad –razas, nacionalidades y religiones secularmente mezcladas– reclama un lenguaje mucho menos burdo; quienes se pregunten sobre la legitimidad de un tribunal constituido y financiado por un organismo estrechamente vinculado a los países implicados en la misma guerra cuyos crímenes se juzgan, tienen una lectura pendiente”.
Peter Handke nació hace 76 años, en Griffen, Austria, y hoy ha recibido el Nobel “por una influyente obra que con ingenio lingüístico exploró la periferia y la particularidad de la experiencia humana”.
La Academia destacó también que Handke se ha establecido como uno de los autores más influyentes en Europa tras la Segunda Guerra Mundial y sus “obras son una búsqueda incesante del sentido de la existencia”.
Decimos, como afirmábamos al principio, un poco tarde el galardón para este hombre barbado, que parece estar siempre enojado y siempre triste, residente en París, en las afueras, cerca de un bosque en Chaville. Pero, ¿tarde para quién? Probablemente para sus lectores, para esa gente que él formó sensiblemente con Las alas del deseo, filme de un Wim Wenders cuando hacía buenas películas y nosotros esperábamos palabras como ciénagas que nos hundieran hasta un ser profundo y volador.
Cuando el niño era niño,
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente,
y este charco el mar.
Recitábamos con voz secreta en medio de una multitud con los pensamientos que adivinábamos, tal vez en una lanza tirada a un páramo para salvar lo insalvable: después llegó la incomunicación, la soledad del hombre frente a una pantalla.
Peter primero nos había emocionado con El miedo del portero al penalty, allá por 1970. Una obra que por supuesto filmó Wim Wenders.
Al mecánico Josef Bloch, que había sido un famoso portero de un equipo de fútbol, al ir al trabajo por la mañana, le fue comunicado que estaba despedido. Sea como sea, Bloch lo interpretó así cuando, al aparecer por la puerta de la garita donde los obreros estaban descansando, solamente el capataz levantó la vista del almuerzo, así que se marchó de la obra. En la calle alzó el brazo, pero el coche que pasaba por allí en aquel momento no era un taxi —tampoco lo hubiera sido si Bloch no hubiera levantado el brazo para hacer señas a un taxi. Finalmente escuchó el sonido de unos frenos; Bloch se dio la vuelta: a sus espaldas había un taxi y el taxista decía algo malhumorado; Bloch se dio la vuelta de nuevo, se metió en el taxi y dijo que quería ir al mercado.
Era un bonito día de octubre. Bloch se comió una salchicha caliente en un quiosco y después, atravesando la zona de los puestos, se fue a un cine. Todo lo que veía le molestaba; intentó ver lo menos posible. Dentro del cine dio un suspiro de alivio.
¿Qué pasaba entre Wenders y Handke, tomados como un Lennon y McCartney del cine y a los que esperábamos para ver sus grandes emociones imaginadas?
Hicieron seis proyectos juntos y el último ha sido Les beaux jours d’Aranjuez (2016), cinta basada en una obra teatral homónima, tal vez aburrida en estos tiempos: Un día de verano un hombre y una mujer hablan sobre sus experiencias sexuales, su infancia, la esencia del verano y lo que diferencia a los hombres de las mujeres. Sentado ante su máquina de escribir, un escritor trata de imaginar y transcribir ese diálogo.
De esos seis proyectos, imposible olvidar El cielo sobre Berlín, conocida en esta región como Las alas del deseo y de la cual los tres protagonistas están muertos. Bruno Ganz, Solveig Dommartin y Otto Sander. Este premio es sin duda también para ellos, algo así debe de pensar Peter Handke, quien fue entrevistado por varios periodistas en la puerta de su casa en Chaville. “No sé cómo celebrarlo. Me gustaría beber, pero no he comido nada hoy. No tengo hambre. Como escritor has nacido culpable. Y hoy, a esta hora, no me siento culpable, me siento libre”, declaró.
Handke es pensador, ensayista, novelista, poeta, dramaturgo y cineasta y autor de libros como Desgracia impeorable, de obras teatrales como Insultos al público y su obra publicada en español en Alianza Editorial incluye más de una veintena de títulos, entre ellos Carta breve para un largo ensayo sobre el jukebox.
Sus posiciones políticas lo han hecho un hombre relegado. En las Guerras Balcánicas ha defendido a Serbia y asistió al funeral de Slobodan Milošević, donde pronunció un discurso. El Nobel llegó cuando todos nos habíamos olvidado de él y muchos hicieron sentir sus voces de protesta. Mientras el primer ministro albanés Edi Rama habló de su necesidad de vomitar sobre el Premio, el PEN Club América lamentó “profundamente la elección del Comité Nobel de Literatura”.
Sin embargo, hay muchos de los escritores que también lo alabaron, entre ellos la también ganadora del Nobel, Elfriede Jelinek, quien manifestó: “Ya era hora. Él tendría que haberlo ganado antes que yo”. En el Cielo, un Jorge Luis Borges con sus gatos Odín y Beppo, hacían jaque mate.
Mónica Maristain (Concepción de Uruguay, Argentina). Editora, periodista y escritora. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales como Clarín, Página 12, La Nación y la revista Playboy. Ha sido colaboradora en las agencias EFE y DPA. En 2010 publicó “La última entrevista a Roberto Bolaño y otras charlas con grandes autores” . En n 2011, coordinó la antología El último árbol. Cuentos de navidad. El hijo de Míster Playa fue publicado originalmente por Almadía en 2012. Su título más reciente es Antes, poema largo editado por Literal Publishing en 2017.
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Posted: October 10, 2019 at 10:02 pm