Sobre Fantasma y monumento de Michelle Pérez-Lobo
Tanya Huntington
Dentro de los confines de esta novedad editorial, se despliega una serie de retratos de figuras extrañas –ésas que suelen ser ignoradas y hasta ninguneadas por los que ejercen la poesía como un arte elevado hacia las nubes, inmune a las preocupaciones de la calle. Esta fauna (humana y no humana) es abordada por Michelle Pérez-Lobo en toda su gloriosa fugacidad y permanencia, su transparencia y opacidad, como fantasmas y monumentos de nuestra realidad.
La inquietud particular de Pérez-Lobo consiste en dirigir la luz de su linterna poética hacia estos seres desconocidos. Hacia la espuma en la que derivan sus ideas, ella nos dice. A veces, se imagina sus historias; pero ojo, aquí no hay moralejas o finales felices. Ni tampoco grandes verdades: en lugar de revelar el misterio innato de estos sujetos, Pérez-Lobo se declara perpleja a través de una especie de ars poética que recorre el libro en fragmentos, como acompañamiento de su galería de retratos. Es en estas estrofas donde se confiesa tentada a deshacer lo que ha tejido con palabras. Donde se pregunta si no se diluirán sus retratos al hilarse con otros dentro del formato libresco. Y donde incluso reproduce, en calidad de intertexto, algunas acusaciones críticas de terceras partes hacia estos esfuerzos poéticos: la frialdad de las descripciones, el afán redentor, cierta tendencia costumbrista. A fin de cuentas, aunque la suya es una praxis que se atreve a titubearse, a preguntarse cómo y por dónde, ella confía en que aguantarán los nudos que anclan el centro de cada poema.
Pérez-Lobo busca ser un “vehículo” o “instrumento”, pero no con tal de guiarnos hacia un destino concreto. De hecho, nos advierte que no habrá ningún paraíso al final de las tuberías que explora con sus palabras. Las fábulas que nos cuenta no terminarán con vidas felices o una dieta de perdices. A la vez, los desenlaces violentos, hondamente trágicos que presentimos tampoco son revelados, sino que más bien permanecen ocultos, sepultados bajo los espacios en blanco que forman la coda de cada poema.
Así, la poesía de Pérez-Lobo queda relegada a una llave menor, mas indispensable como hilo conductor, definida por la autora como subtítulo a la realidad: es decir, evoca el chillido del perro sin reproducirlo en la página como onomatopeya. La suya es una poesía índice, que señala hacia la relación sin reflejarla miméticamente. Tomemos como botón de muestra este poema:
El circo
Michelle Pérez-Lobo
Todos vimos algo distinto en el tigre.
Los de a pie, los comerciantes de banqueta,
los padres a la salida del súper,
las niñas con helados,
los que viajábamos en camión.
Todos vimos al tigre en una jaula
remolcada por un auto en la avenida.
Escuchamos el altavoz que anunciaba
la próxima temporada del circo.
Todos vimos lo mismo
pero todos lo percibimos diferente.
Un animal salvaje que camina
de un extremo a otro, su cola
que esparce el humo del escape,
sus facciones agraviadas e impacientes, mudo
y lleno de angustia, una ira ilegible
para ojos citadinos. Una ira bestial,
amaestrada por la mercadotecnia,
puesta en pausa a propósito, para ser liberada
sólo cuando la multitud haya pagado su boleto,
cuando la gente dentro de la carpa
tenga un algodón de azúcar en la mano.
Un rugido que se posterga,
que se convierte en soundtrack, que se diluye
en una anécdota, yo oí rugir al tigre, que se convierte
en el recuerdo más querido de una niña,
que le inspira a ser zoóloga de grande
para desentrañar el motor del gruñido.
Un mamífero vuelto celebridad
a través de una foto de teléfono,
borrosa por la emoción o el susto,
fuera de foco por el movimiento del auto, invadida
de pies, de ruedas, de postes, de basura,
improbable jungla.
Un payaso vestido a rayas
que atraviesa un escenario chusco:
¡el tigre sale a pasear en cuatro ruedas!
¡La fiera se cansa de su imperio tropical
y decide conquistar la ciudad
un viernes de quincena a las dos!
Todos vimos que el tigre causó el tráfico.
Los automovilistas olvidaron de pronto
cómo meter las velocidades.
Los choferes frenaban
para voltear la cabeza. Los transeúntes
chocaban unos contra otros. Un niño
se escondió tras su padre.
Alguien comenzó a llorar.
Notablemente, su tigre no será el de Blake y tampoco el de Borges, sino el de un circo chusco que provoca no solo incidentes de tráfico, sino el llanto de un ser anónimo, un “alguien” innombrable. Su visión poética no se jacta de ser superior o privilegiada: todos los presentes veremos algo distinto en ese tigre.
Michelle Pérez-Lobo sabe bien que la poesía no da respuestas, solo enigmas. Escribir es algo que transcurre dentro de un campo de acción que se manifiesta entre, justamente, el fantasma y el monumento, entre lo fugaz y lo que permanece. Ella concibe y explora las tensiones inherentes a esta paradoja que columpia, según nos cuenta, entre el margen y el centro, entre la glosa y el verso, hasta convertirse en un vórtice poderoso. Registrar estos fantasmas y monumentos le ha servido para darse cuenta de que se es poeta simplemente por estar aquí, preguntándose por qué y para qué.
Huntington is the author of Martín Luis Guzmán: Entre el águila y la serpiente, A Dozen Sonnets for Different Lovers, and Return. Her most recent book is Solastalgia (Almadía / UAA, 2018). She is Managing Editor of Literal. Her Twitter is @Tanya Huntington
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Posted: August 27, 2024 at 8:00 pm