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Adiós a la utopía cubana

Adiós a la utopía cubana

Rose Mary Salum

El Museo de Fine Arts, Houston, inauguró recientemente Adiós Utopía: Dreams and Deceptions in Cuban Art Since 1950, una exhibición de arte cubano importante pues desde 1944 no se había mostrado en Estados Unidos nada que viniera de Cuba, a excepción de Pintores cubanos realizada por el MOMA. La exhibición tiene como fin reflexionar sobre las ideas utópicas que alimentaron la causa revolucionaria, la desilusión que siguió a la lucha y de qué manera tales ideas encarnaron en la sociedad hasta determinar el arte producido en la isla.

Uno de los curadores de la puesta en escena fue el artista visual René Francisco, quien trabajó junto con Gerardo Mosquera y Elia Cisneros. A propósito de la muestra tuve la oportunidad de conversar con él y a continuación reproduzco nuestra charla.

¿Qué significa para ustedes presentar sus obras en Estados Unidos y, en tu opinión, por qué sólo hasta ahora pudo realizarse otra exhibición cubana acá?

Esta exposición es muy significativa. Se han hecho algunas otras exhibiciones menores en Kansas y Europa, pero a diferencia de las demás, ésta habla de una historia muy específica y temática que tiene que ver con la revolución del año 59. Los ideales románticos que detonaron la lucha, nunca se cumplieron. Nunca se llegó a las metas que nos prometió el sistema. Para mí, como artista y curador, esa gran utopía perdió su peso hasta diluirse en una distopía. Por otro lado, como artista, veo esto como cumplir un sueño. Cuando nosotros trabajábamos en estas obras, que eran muy contextuales y estrechamente relacionadas con nuestra existencia y nuestros deseos, leíamos revistas norteamericanas como Art News y siempre teníamos la aspiración de que, algún día, nuestras obras encontrarían un lugar en ellas, o que seríamos entrevistados o nuestras obras tendrían un público americano. Hoy se hace realidad uno de los grandes sueños de los artistas cubanos, el de que nuestro arte se legitime en un museo tan importante y pueda itinerar en Estados Unidos para que se escriba sobre él. Pienso que es el fin de la utopía de la revolución romántica pero también es el fin de unos sueños que tuvimos los artistas de hacer estas obras para el mundo.

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“Las ideas llegan más lejos que la luz” de René Francisco. Esta obra se muestra por primera vez en Estados Unidos después de haber sido censurada en la exhibición de Cuba en 1989

Son obras que están hechas para resolver temas existenciales de un país que aspiraba a que eso fuera visto.

Me apena que sea hasta ahora que se esté realizando este reconocimiento y que sea en Estados Unidos dada la tensión política que existió durante todos estos años entre ambos países.  

Cuba tiene esa cuestión de las grandes contradicciones. Nosotros vivimos como en un gueto cultural de represiones, limitaciones y de muchas aspiraciones; siempre fueron muchas las promesas. Nosotros los artistas visionábamos un poco más allá. Sentíamos que esas aspiraciones eran demasiadas y la realidad no las podía sostener. Este fue un arte que siempre se adelantó a esos acontecimientos, como el arte abstracto que se vio frustrado por la revolución. Ese arte simbolizaba una utopía, la intención de alcanzar la universalidad formal. La gente creyó en las revoluciones y de allí vienen estos grandes contrastes. Para nosotros cuando éramos niños, Fidel era un símbolo demasiado fuerte del cual costaba trabajo entender que era el producto de su propia decadencia. Muchos años manifestamos que Fidel estaba engañado. Fíjate lo fuerte que era nuestro romanticismo. Yo recuerdo que cuando hice los retratos de Fidel, ese proyecto del “Castillo de la fuerza”, nosotros pedíamos que trajeran a Fidel. Teníamos 25. 26, 28 años y pedíamos que nos lo trajeran para hablar con él porque pensábamos que éramos nosotros la generación que iba a lograr lo que él quería. La revolución fue también una especie de encantamiento realizada por gente que tenía buenas intenciones pero que, de alguna manera, produjo un arte grande porque esa revolución también generó escuelas muy importantes. Ellas contaban con todo el presupuesto del mundo donde había todo el espacio, donde llegaban los mejores profesores, donde todo el que se quedó soñando que vendría un gran futuro se entregó a eso. Toda la producción artística en Cuba, ya sea confortando o no confrontando al sistema, es una producción de lujo. Muchos de estos artistas fueron censurados en su momento y dejaron de trabajar desde los años sesenta. Ese fue el caso de Tomás Esson y el mío, nuestros trabajos también fueron censurados. Otros artistas en esta exhibición también sufrieron la censura como Carlos Rodríguez. Es decir, la historia del arte de nosotros ha sido una historia de resistencias, de realizar un trabajo  de calidad. Pero este movimiento carecía de materiales. En la exhibición hay mucha obra pintada con sacos que se conseguían en la panadería. Hay obras que tienen costuras porque no alcanzaba el lienzo, o el óleo no era un óleo bueno. Así como también hay obras que están pintadas con el mejor óleo porque en la etapa de los ochentas, por ejemplo, la escuela tenía materiales que llegaban de la URSS y eran los mejores del mundo. Cuba es de esos grandes contrastes y este arte demuestra que esos contrastes eran muy heterogéneos, fueron expresiones muy distintas que abarcan el diseño y el expresionismo. O sea que la escuela nos proveyó de técnicas y conocimiento para que fuera un arte muy rico en su lenguaje.

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“El castillo de la fuerza” de René Francisco

¿Podrías hablar sobre tu obra y por qué la censuraron?

Porque la imagen de Fidel era intocable. No se podía tocar a Fidel para nada. Mi generación, que fue la primera en tener un enfrentamiento con el sistema, empezó a hacer exactamente lo que le dijeron que no hiciera. Pero también, la mía es una generación que nace con la revolución. Es la generación que revisa la historia sin ponerle velos encima. Normalmente son velos catedráticos o de otro tipo. Nosotros fuimos la generación que empezó a usarlo todo porque se sentía dueña de todo. Como nació con la lucha, siempre sintió que el Che era tanto nuestro como de los demás. Mi generación empieza a romper tabúes sobre la feminidad, la historia y los símbolos patrios. Entonces las representaciones que realicé de Fidel son muy ambiguas con la intención de mostrar la doble moral de la sociedad cubana. Tú la puedes interpretar de distintas formas. Por ejemplo, mi obra “Suicida” tiene la imagen de un Fidel hecho en espejos. ¿Fidel fue suicida? Lo fue cuando se lanzó de México a hacer la revolución en un barquito en medio de una tempestad. Era suicida porque se enfrentó a los norteamericanos. Pero también fue suicida la persona que trata de tirarle a matar porque al ser una representación artística creada sobre la reflexión del espejo, si tú apuntas, te estás apuntando a ti mismo. Si matas al líder te estas matando a ti mismo. Entonces tiene toda una serie de connotaciones que hablan del cubano de ese entonces que busca cambiar a Cuba pero también quiere que Cuba continúe. Mucha gente cree que mi generación estaba en contra del sistema. Yo eso no lo creo, no teníamos la madurez para eso. Queríamos mejorar el sistema y ello desembocó en grandes contradicciones. Había una especie de información muy unilateral donde no sabíamos lo que estaba pasando. Ese fue el año que fusilaron a gente como Ochoa. El año que empezamos a ver que había corrupción. Cuando empezamos a recibir noticias de que en Europa estaban desmantelando el muro, que Hungría estaba cambiando, que Polonia también. Fue un momento donde todo esto se puso en primer plano y mi generación, que en ese momento estábamos casi saliendo de la escuela, empezamos a usar todo lo que nos había dado la revolución como una forma de abrir el diálogo. Fue un movimiento revisionista, queríamos rectificar la historia. Cuando cae el bloque socialista y Cuba se queda desamparado, nos dimos cuenta de que en Cuba nunca se había producido nada. Cuando le quitan el presupuesto a Cuba se hizo famosa la frase: “Ahora sí vamos a hacer socialismo”. Y nosotros pensamos: “bueno, y entonces qué hemos estado haciendo todo este tiempo”. Esa es una gran contradicción en las ideas y en la práctica. Fue uno de los grandes fracasos con los que tuvimos que lidiar a partir de los años noventa.

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“Suicida” de René Francisco, muestra el rostro de Fidel Castro formado con espejos. Esta es la primera vez que se muestra la obra en público después de haber sido censurada en 1989

¿Tú sabías que te iban a censurar?

No. Tampoco Tomás Esson, a quien incluso vino el ministro específicamente para censurarlo. Él no se lo podía creer porque pertenecía a la juventud comunista. Era muy de vanguardia pero también era un joven militante como lo éramos la mayoría.

"La bola o el discurso" de Tomás Esson. Imagen de Rose Mary Salum

“La bola o el discurso” de Tomás Esson. Óleo sobre tela. 1989

Eso debió haber despertado muchos cuestionamientos porque algo que era suyo se les estaba negando.

Claro, imagínate tú, nosotros pensábamos que cómo nos iban a prohibir algo si nosotros estábamos expresando la revolución. Fíjate hasta qué punto, Tomás pensaba que él estaba expresando todo este tema y era uno de los representantes iconográficos de un fenómeno. Son situaciones que también pasaron a principios del siglo XX en la Unión Soviética con los constructivistas. Ellos querían hacer un arte a la par de una era que puso en evidencia la verdad. Por otro lado, nuestro arte está lleno de conceptualismo. Por ejemplo “Reproducción prohibida” se inspira en una obra de Magritte. Hay una necesidad importante de los artistas cubanos de referirse a lo histórico. Esta muestra, es una observación sobre la realidad, sobre la historia, sobre los textos. Hay mucha intertextualidad. Pero también hay mucha existencialidad. El proyecto donde estaban participando estas obras se llamó El castillo de la fuerza. Se refiere a un castillo del siglo XVII que está al borde del malecón. Lo que hice fue notificar que la fuerza del castillo no era el castillo sino Fidel, quien estaba allí. Esta obra ha ido perdiendo el dibujo. El asfalto se va borrando y esa fuerza se va a ir perdiendo con el tiempo.

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“Mi homenaje al Che” de Tomás Esson. Óleo sobre tela. 1987

Trataste en tu obra el tema de la guerra de Angola. ¿Por qué se volvió un tabú hablar de ella?

Sí, realicé algunas obras que no están en esta exhibición aunque sí estuvieron en la Internacionalista. La guerra de Angola destapó cosas que desconocíamos. La operación Carlota fue una operación estratégica del gobierno con la idea de apoyar al internacionalismo proletario. Sin embargo, para nosotros, eso se traduce en una cuestión de economía. Todo lo que se fue a Angola se perdió para Cuba. Eso no sólo pasó con ese país, sino también con Nicaragua y Etiopía. En ese momento eran acciones que, públicamente o filosóficamente, se veían como grandes acciones de la revolución, pero en realidad fueron los grandes fracasos de la revolución al interior del país. Lo que le dábamos a esos países nos los quitábamos a nosotros mismos. La guerra de Angola destapó todo lo que muchos de nosotros no conocíamos. Primeramente, no había una publicación que informara sobre lo que estaba sucediendo, se nos decía que estábamos ayudando a un país hermano. Pero en realidad uno no conocía bien lo que estaba sucediendo. Yo pienso que ya se venían arrastrando desde el inicio de la revolución, cuando Fidel aceptó la oferta que le extendió la URSS de apoyarlo económicamente colocando una base militar en la isla.

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Carlos Garaicoa. “Cuatro Cubanos” Video Hi8 transferido a DVD. 8 min. 1997 . Este video muestra los rostros mudos de los hombres cuando se les cuestiona sobre la guerra de Angola. Sus caras permaneces bajo la sombra.

Eso necesariamente influyó en su arte

Por una parte sí, por otra no. El hecho de que los soviéticos estuvieran en La Habana y el resto del país, tuvo mucha presencia militar pero no influyó en la cultura. Siempre hubo manuales en la escuela pero nunca un programa de realismo socialista en las escuelas de arte, y esto nos salvó. Eso se agradece mucho. Aunque vinieran a enseñarte profesores soviéticos, en el arte aprendíamos mucho porque traían consigo todos los estudios de la academia rusa. Nunca hubieron programas de estudios rusos ni se aplicó una política cultural soviética, por eso tienes este tipo de arte. La gente no se imagina que Cuba pueda tener un arte tan rico. Más bien nosotros teníamos mucha influencia de Nueva York. Revisábamos revistas, libros, y había un interés muy grande, una voracidad impresionante. Porque nosotros vivíamos dentro del gueto. Cuando entraba esa información al gueto, todo el mundo la leía. Eso hizo que existiera mucha claridad colectiva, unificación de pensamiento. Por eso nacen estos grupos. A los 25 años mi generación y yo ya habíamos leído los mismos libros. Quizá no conocíamos mucha literatura o a veces se creía que teníamos desviaciones ideológicas, pero en realidad había muchas publicaciones que no conocíamos. Es de esta situación de donde nació todo este arte.

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René Francisco durante la entrevista. Fotografía de Olivia Tallet

Imagen de portada  de Favio Garciandia. “Ella está en otro día”. Óleo sobre tela. 1975

RoseMarySalumRose Mary Salum es la fundadora y directora de Literal, Latin American Voices. Es la autora de El agua que mece el silencio (Vaso Roto 2015) y Delta de las arenas, cuentos árabes, cuentos judíos (Literal Publishing 2013) entre otros títulos.. Su twitter @rosemarysalum

 

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Posted: March 29, 2017 at 10:20 pm

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