Los siete cuentos morales de J.M.Coetzee
Mónica Maristain
Es un libro pequeño, apenas sale entre los miles que pueblan la librería. Pero es J.M.Coetzee, uno de mis escritores favoritos, el mismo que ganara el Premio Nobel allá por 2003.
La prosa de Coetzee en Los siete cuentos morales es sin estridencias, se mueve en un afán didáctico y en otras como si recitara un mantra budista, algo que uno va a consultarle al gurú o al maestro de yoga, con esa enigmática fuerza de la vida y la muerte en la que todos gritamos y perecemos.
¿Comer carne sin equilibrar la vitalidad del que es consumido? Pensar en eso que tengo ante mí, cocinado, espeso, con papas o sin papas, pronto a ser deglutido por una pasión sin racionamiento.
Soy carnívora. Jamás he pensado en ello. De los alimentos como lo que hay, sin una línea filosófica que me haga decir tal o cual objeto a digerir. Hasta que leí Los siete cuentos morales (El hilo de Ariadna, Literatura Random House), este libro pequeño que se engrandece de forma mágica, dejándome confundida y absurda, como si tuviera que empezar a vivir otra vez, ignorante de todo, sin una guía a seguir.
“No me interesa el amor, lo único que me interesa es la justicia”, dice la pensadora de ficción Elizabeth Costello, la que protagonizara el libro con su nombre, también precisamente en el 2003. Aquí es una joven anciana, que narra estos cuentos.
También dice: “Siempre abrigué la convicción de que tengo cierto grado de acceso —¿cómo decirlo?— a la interioridad de los animales. Por la facultad de la empatía que, en mi poco científica opinión, es innata en nosotros. Nacemos con esa facultad y podemos optar por cultivarla o dejar que se marchite.”
Primer cuento: “El perro”.
Un perro que de tan domesticado cobra el carácter de su dueño: “¿Es como una corriente eléctrica, que se enciende cuando un objeto entra en el campo visual del perro y se apaga cuando el objeto desaparece al dar vuelta la esquina?”
La interioridad de los animales es como nuestra propia interioridad. Nacemos con eso y poco a poco la anestesiamos hasta olvidarnos de ella, pero ¿cuándo la literatura nos obliga a recuperarla o al menos hacernos sentir desorientados?
Otro cuento: “La vanidad”.
Envejecemos sin remedio. La cara nos devuelve un rostro que no es uno. Recordamos que ayer nomás no teníamos esas arrugas y mucho menos ese gesto dormido, como una piel abrasada por tormentas desconocidas. Somos hijos de un huracán sin nombre. Estamos devastados por el tiempo.
Una anciana quiere pintarse para que la miren como la miraba antes. “Está loca de atar”, dice su nuera. No quiere que ella sufra. Nunca antes la mirarán como la miraban antes.
Segundo cuento: “Una historia”.
La infidelidad como una forma de vida que nos permite estar felizmente casada “sin tener razón para pensar que no estará casada eternamente”. ¿Cuál es el grado de inmoralidad? ¿Lo moral es aquello que se adapta a nuestra forma de vivir y todo lo inmoral es lo que atenta con nuestra forma de vivir?
“Todo es perfecto. ¿Será esto la perfección, tener un marido y también un amante? ¿Es eso lo que cabe aguardar en el cielo: la bigamia, una bigamia múltiple, una bigamia de todos con todos?”.
Otra vez el cuento: “La vanidad”.
La vanidad no parece ser un defecto cuando se produce como un engaño para querer detener el tiempo. Que la vida me haga vieja, pero no vanidosa.
“La van a mirar como se mira a alguien… que está fuera de lugar. Alguien que lleva ropa fuera de lugar. Como sucede cuando tu edad no condice con el lugar en el que te imaginas estar”.
Sigue cualquiera de sus instrucciones. Por ejemplo, toma un pequeño papel blanco, escribe a lápiz un deseo muy profundo, cuélgalo del árbol de los deseos y verás cómo de pronto el cielo se abre ante tus ojos. Fueron los deseos de Yoko Ono, de 86 años, cuando hace tres estuvo en México.
La miramos con ojos hipnotizados, porque como dice Hanif Kureishi, “los viejos dejan de tener interés para la gente, para los más jóvenes”.
Un bótox para la cabeza. La terrible sensación de que, si soy vieja, que me corten las piernas pero que nunca pierda la lucidez, la razón, el buen decir.
Las primeras líneas del cuento “Una mujer que envejece”.
“La mujer está de visita en casa de su hija, en Niza; primera visita en años. El hijo vendrá de Estados Unidos y compartirá con ellas unos días, de paso para algún congreso. Interesante la coincidencia de fechas. La madre se pregunta si hubo alguna complicidad, si no tienen un plan, alguna propuesta que hacerle, el tipo de propuesta que hacen los hijos a una madre que ya no puede cuidarse sola”.
La vanidad, la infidelidad, el envejecimiento, el perro que ladra como si su dueño ladrara, la anciana que vive con los gatos (“La anciana y los gatos”) y poco tiempo antes de morir no vive “cómodamente en algún lugar civilizado”.
Los siete cuentos morales, de J.M.Coetzee se encaraman por las raíces de tu ser: algo quebrará en tu personalidad y en tus convicciones. Algo hará sentirte incómoda, algo, como una picazón, te agarrará en la piel.
J.M.Coetzee es Premio Nobel de Literatura en 2003; en 1974 publicó su primera novela, Tierras de poniente. Le siguieron En medio de ninguna parte (1977), con la que ganó el CNA, el primer premio literario de las letras sudafricanas; Esperando a los bárbaros (1980), también premiada con el CNA; Vida y época de Michael K. (1983), que le reportó su primer Booker Prize, el premio más prestigioso de la literatura en lengua inglesa y el Prix Femina Étranger; Foe (1986); La edad de hierro (1990); El maestro de Petersburgo (1994); Desgracia (1999), que le valió un segundo Booker Prize; Infancia (1998), Juventud (2002), Elizabeth Costello (2003), Hombre lento (2005), Diario de un mal año (2007) y Verano (2009).
También ha publicado varios libros de ensayo, entre ellos, Contra la censura (1996), Las vidas de los animales (1999), Costas extrañas (2002) y Mecanismos internos (2007). Asimismo, le han sido concedidos el Jerusalem Prize y The Irish Times International Fiction Prize.
Siete cuentos morales es su libro más reciente.
Mónica Maristain (Concepción de Uruguay, Argentina). Editora, periodista y escritora. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales como Clarín, Página 12, La Nación y la revista Playboy. Ha sido colaboradora en las agencias EFE y DPA. En 2010 publicó “La última entrevista a Roberto Bolaño y otras charlas con grandes autores” . En n 2011, coordinó la antología El último árbol. Cuentos de navidad. El hijo de Míster Playa fue publicado originalmente por Almadía en 2012. Su título más reciente es Antes, poema largo editado por Literal Publishing en 2017.
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Posted: March 4, 2019 at 9:00 pm