Cuando Nivaria vino a Nueva York
Mabel Cuesta
yo era un ser inmóvil
sin palabra,
ni papel
ni ojo que mirase
y viera qué miraba
no había aprendido a caminar
pasear
elegancia de un verbo
que desde otro tiempo me convida
una lectura mayor dice ella
a mí, que no sé leer
que apenas descifro los carteles
entre Times Square y
el times repetido en todos los periódicos
que son accidentales masas
negro sobre blanco
entresijo, traducción, mañanas de los trenes
en donde el AM me regresa al balbuceo.
Porque vino
Ignacio Cervantes vuelve ahora
de otras geometrías
perdida toco con ellos la cola del piano
y es tambor
soldadito
madera que me enseña a caminar
con otras piernas
nunca estas
que apuradas
nadie reconoce
Juntas entonamos
allegro, allegro
cada isla es un misterio
un día que no llega
Qué me queda sino el vértigo
este ir y venir entre las aguas
Yumurí, Sena, Hudson
murmurantes
atentos siempre a tu presencia
que soy yo
cuando muestro
la esquina pequeñita
Gramercy Park donde
te he amado,
a ti, que me enseñas las vocales,
más que nunca
Qué me queda, Nivaria,
sino esta sed de regresar
y llevarlas
a ellas
Maya,
Odette,
Elena,
Madeline,
Lourdes…
presas de un misterio diferente
islas como tú y como yo
huyendo de un agua
que nos hunde.
Primavera, 2008.
Posted: June 30, 2012 at 5:52 am