Poetry
Celebración. Alguien aquí que tiembla
COLUMN/COLUMNA

Celebración. Alguien aquí que tiembla

Sandra Lorenzano

Presentación

Pero el silencio es cierto. Por eso
escribo. Estoy sola y escribo. No, no
estoy sola.
Hay alguien aquí que tiembla.

Alejandra Pizarnik

Mientras pensaba cómo iniciar estas líneas me llegó la palabra “celebración”, porque eso es finalmente este libro: una celebración de la vida, de la poesía, del encuentro posible por medio de las palabras, del diálogo con amigas queridas y admiradas. Compartir los miedos, las angustias, los pequeños placeres cotidianos, algunas risas, uno que otro sueño, los duelos, en esta extraña época en la que aún estamos inmersas, nos ha dado fuerza y alegría. Por eso hablo de celebración.

Y esa celebración me llevó a los versos de Alejandra Pizarnik. Imaginé esta reunión de poetas para sentir que no estaba sola en mi aislamiento pandémico. En esta suerte de extraño exilio que nos alejó de los modos cotidianos de la vida. Sentí entonces, en cada respuesta que recibía, el temblor de las demás, cercano a mi propio temblor, a mi miedo, a mi desconcierto, pero también a mi necesidad y mi deseo de seguir amando las palabras.  De aferrarme a ellas como al salvavidas en medio del naufragio.

Las cuarenta y cuatro poetas que aquí se dan cita han construido un espejo de múltiples faces; sobre alguna de ellas seguramente cada lectora, cada lector que se acerque verá reflejado su propio rostro.

En estas páginas hay caminos, ventanas, aire, dolores, incertidumbre, tiempo, brotes, semillas, pájaros, pieles, luces y sombras de un encierro que nos ha transformado para siempre. Hay maneras de cuidarse y cuidar, de amar y de temer, de anhelar y de luchar, de desear y escuchar. Hay preguntas que no sabremos tal vez nunca responder, preguntas que llevamos ya tatuadas en la piel. Como lo escribió Edmond Jabès, “La respuesta no tiene memoria. Sólo la pregunta recuerda”.

Cuarenta y cuatro poetas que vienen de diversas latitudes, cada una con su propia historia, con su propia voz, han aceptado sumarse a esta celebración. Desde las consagradas hasta las más jóvenes, y viceversa, se ha trazado un puente de sororidades. A ellas todo mi agradecimiento.   

Y por supuesto a ustedes, por dejarse acompañar por ese alguien que tiembla en la escritura.

En la Ciudad de México, marzo de 2021

Año II de la pandemia
Amalia Iglesias Serna
Francesca Gargallo
Mercedes Roffé
Nadia Ñuu Savi
Pura López Colomé

El deseo de la palabra

                                         Amalia Iglesias Serna   (De libro inédito Leer da tiempo)

 

Para volver a leer la vida como si fuera un libro abierto,
para descifrar los signos de los vencejos en el aire,
para conjugar las montañas y las nubes posadas en sus hombros,
para el vértice, para el plasma, para los híbridos entre babosas y medusas
para los bestiarios de los desamparados,
para las aspas que giran y apagan los desiertos.

Palabras para las líneas que van al horizonte como si fuera la palma de mi mano,
para los desfiladeros donde retumban los grillos
en su geografía de crisálidas y ausencias,
para las calles en vilo de la niebla,
para las esporas, para las iguanas, para los duendes de desandar los laberintos
y las puertas de abrir los descampados,
para la lluvia sin decir y las criaturas que habitan los espejos.

Palabras para los versos aplazados,
y la elegía de los calendarios rotos,
para el bullicio del orbe y los viajes de Ulises,
para las islas y las arboledas,
caligrafías para regresar a casa con todos los abrazos.

Palabras para conjurar ese silencio que devora el paraíso.

Sangrando el miedo…

Francesca Gargallo

Sangrando el miedo a rostro escondido

quien enloquece de angustia

no puede con el anhelo de libertad de la otra

y apela al control que enclaustra.

Policías escondidos en el ama de casa

        y recrudecimiento del temor a la  caricia.

 

La soledad de los tiempos inmóviles

escurre los segundos que cruzan estaciones  

días cortos que se alargan y vuelven a decrecer

en la impotencia del hambre que vuelve al barrio

                                                           la ciudad

                                                                         el mundo

y reinventa la cotidiana indiferencia al peligro.

De repente, una amiga llama

y el destello del mundo se cuela.

Todo siempre es plausible

                                de ser dicho de otro modo. 

Escritos en clausura
Mercedes Roffé
abril-agosto 2020

multitudes

A chaque chemin ses silences
A chaque foule ses absents
Habiba Djahnine (Argelia)

innumerables son
los caminos del silencio

un vórtice se le arremolinaba
en el pecho
un alud de impresiones
sentimientos

                       iras

                                 fugas

pero callaba
testigo de un siempre renovado
abismo
de una nueva y siempre
la misma decepción

callaba

sinnúmera es
la naturaleza del silencio

sinnúmero los ausentes
entrechocándose
hombro con hombro
en el sobrepoblado círculo de
los expulsados
de la mano de Dios

NTAKUATU

Nadia Ñuu Savi

Tsitu iyu
tsitu kukana,
tsitu tutsi,
tsitu saá,
tsitu koo kana,
tsitu ntìì.

Vichi koo kunchee nivi,
koo nivi,
koo ní’i sani tutsi kiti,
kàsi kue kueni, káka ichi,
so’o yó`ò ñu’ú koi  i’i
in uvi
kúni ñu´ú taan.
Michuni ntakua’a ichi,
koo ña’an.

Mee nchi’ìna in ku´na.

REZO

Lleno vacío,
lleno tristeza,
lleno dolor,
lleno rabia,
lleno silencio,
lleno muerte.

Hoy no miro a nadie,
no hay nadie ya.

El silencio es un animal que duele,
vuelvo sobre el barro cocido
que alguna vez
fue tierra que tembló,
no hay nada,
sólo el silencio
sembrado en este tiempo.

De un hilillo pende

Pura López Colomé

la Verdad que dice Sombra… *

…como la savia

que por el tallo asciende

cantaba aquel timbre

encendido

que no pudo con la carga

de esta vida;

igual,

aunque en otro sentido,

pende la hebra al aire

de una telaraña rota,

antes reflejo del cosmos.

Sutil bordado

de viuda negra

llorando.

Sus lágrimas

minúsculas

resbalaban perfectas,

como el rocío,

mientras las notas

reverberantes                      

de quien no pudo más

se iban disolviendo 

óvalos pálidos

en uno de tantos lechos;

y la sangre

-ignorando el desprendimiento

del otro hilillo flotante-

seguía su cauce

con lentitud

trasladando

sustanciando

la intención

previa

de río subcutáneo.

Demasiado peso,

demasiada pena

para este pobre cuerpo,

cuyas redes interiores

habían soltado ya

tanta banalidad, tal indelicadeza.

Y yo recordando

la fuerza que por el verde tallo

y la viuda llorando:

alguien a las dos

nos observaba

desde otra esfera

a punto de lanzar el soplo,

el engañoso “aliento”

que me diría al oído:

es primavera…

esta luz perfora.

[Me soñé despierta, vigilando tu respiración pausada, tu sonrisa involuntaria con los ojos cerrados. De pronto, comenzaste a hablar.  No entendía bien tus frases. Un remolino de palabras, sílabas sueltas, algo en torno a un tejido protector… de/ti/mi/misma. Emisiones inconexas, eco vaporizando el ritmo de inhalación y exhalación.  Me acerqué y aspiré ese dulce aire frío.  Era invierno, principios de año, según el calendario.]

 

*Estos poemas pertenecen a la colección: Alguien aquí tiembla de Sandra Lorenzano

 

Sandra Lorenzano es autora de Aproximaciones a Sor Juana (2005) y Políticas de la memoria: tensiones en la palabra y en la imagen (2007), de la novela Saudades (2007), del libro de poemas Vestigios (2010) y de La estirpe del silencio (2015). Forma parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte y es reconocida como una de las 100 mujeres líderes de México por el periódico El Universal.

 

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Posted: November 22, 2021 at 9:48 pm

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