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Charles Mingus, el kraken y el gatito

Charles Mingus, el kraken y el gatito

David Dorantes

Haitian Fight Song

Jimmy Knepper era un hombre enjuto de tez pálida. Usaba gafas y de joven parecía maestro rural de Wyoming. Sin embargo, era un brillante trombonista de jazz capaz de crear hermosos solos. Knepper era tan buen músico que el mismísimo contrabajista Charles Mingus lo tomó bajo su manto. Mingus era un hombre robusto y de tez clara. Tan clara que muchos afroamericanos no lo reconocían como uno de los suyos. De joven parecía peleador callejero recién salido de algún ring clandestino. En 1962 Charles Mingus se preparaba para dar un concierto en Nueva York. Hacía cinco años que Knepper era además el copista de las complejas partituras de Mingus. Unas partituras tan intrincadas como la personalidad del propio autor. Knepper llegó al ensayo con la música escrita y la repartió entre los otros miembros de la banda. El jefe Mingus tomó una para revisarla. Algo en las anotaciones no le gustó e increpó a Knepper. El apacible trombonista reviró a gritos. Por primera vez no se quedó callado. También fue la última. Charles Mingus le descargó un recto de derecha justo en la boca a su trombonista favorito. El golpe fue tan duro que afectó para siempre la manera en que Knepper se colocaba al trombón.

 

Back Home Blues

Charles Mingus Jr. nació el 22 de abril de 1922 en Nogales, Arizona. (Ya sé que esto debió escribirse hace meses, pero ¡qué quieren que haga si soy un golfo!). Mingus creció en el vecindario Watts en Los Ángeles, California. Barrio bravo. Le costaba encajar en algún lado. Su ascendencia afroamericana, asiática y anglosajona lo ponía en un lugar aparte. De niño era melodramático y súper sensible. Tendía a exagerar todo lo que le pasaba ya fuera bueno o malo. Nunca se sintió cómodo en ningún grupo por lo que no hizo muchos amigos. Su mamá lo animó a que escuchara el gospel de su Iglesia, pero el niño se decantó por el swing de Duke Ellington y las obras de Claude Debussy, Richard Strauss y Ludwig van Beethoven. Al principio el furioso chamaco quería tocar cello o trombón. Buddy Collete, amigo de la infancia, le dijo a Charles Mingus que se alejara del cello porque como afroamericano no importaba que tan bueno fuera nunca triunfaría en la música clásica. Collette escogió el saxofón y también triunfó en el jazz. En la preparatoria Mingus se cambió al contrabajo. A los 17 años aquel chavalo de cabello hirsuto ya sabía que las cuatro cuerdas eran un universo infinito y se buscó a los mejores maestros que pudo encontrar. Nunca dejó de practicar el cello.

 

Look What You’ve Done to Me

Un buen profesor, sensible y atento, siempre es fundamental para desarrollar a un aprendiz de artista. Charles Mingus encontró a dos de esos profesores. George ‘Red’ Callender y Lloyd Reese fueron sus maestros de adolescencia en Los Ángeles. Callender y Reese se merecen una novela cada uno pues tuvieron vidas intensas y prolíficas. Reese era un músico formal, de música clásica pues, quien le enseñó a entender una composición deconstruyéndola para revelar el rol de cada instrumento. Callender lo instruyó en la construcción de su estilo y un tono desde la base del ritmo. Para entender la obra musical de Mingus que escribió mucho después son fundamentales las contribuciones de esos dos maestros. Uno de los grandes aportes en el jazz de Charles Mingus fue el desarrollar al contrabajo como un instrumento polivalente para ampliar la gama de emociones que podría transmitir más allá de la reproducción del patrón rítmico. Cuando los otros alumnos de Reese se cruzaban con el joven Mingus se escabullían y lo evitaban. La mirada furiosa y adusta del chavalo de Watts los intimidaba. A los cuatro meses de tomar clases Charles Mingus ya tocaba de manera regular en los clubs de jazz de Los Ángeles.

 

Swingnin’ An Echo

En la década de 1940 la Central Avenue de Los Ángeles fue la Meca para muchos músicos de jazz. La calle era conocida sólo como ‘The Avenue’. Lugares como Club Alabam, el bar del Dunbar Hotel, The Downbeat, Elk’s Hall, The Bird in the Basket y Local 767 eran la sede de espectáculos de grandes nombres como Louis Armstrong, Nat ‘King’ Cole, Art Tatum, Charlie Parker, Oscar Peterson, Kenny Dorham. Esos músicos invitados tomaban a las bandas locales como sus acompañantes cada noche. Charles Mingus oficiaba como el aprendiz de lujo al contrabajo en muchos de esos sitios ahora míticos. La primera grabación que registra a Mingus al bajo procede de esos años en ‘The Avenue’. El disco Russell Jacquet and Orchestra (Globe Records, 1945) trae un personal que da vértigo, Russell Jacquet (voz y trompeta), Calvin Boaz (trompeta), Teddy Edwards (sax alto), Maurice Simon (sax tenor), Arthur Dennis (sax barítono), Bill Davis (piano), Chico Hamilton (batería) y Charles Mingus (bajo). Con el tiempo todos fueron leyendas. La fecha exacta de esa grabación de swing y boogie no se conoce. Sin embargo, para mayo de 1945 el joven Mingus volvió a grabar con el Howard McGhee Sextet.

 

Stormy Mood

Seis años después de comenzar a grabar Charles Mingus se mudó a Nueva York a la búsqueda de nuevos modos sonoros. El sol de la costa este iluminó sus más grandes obras como compositor y también arrojó luz a la parte más oscura de su personalidad. En 1953 el joven contrabajista entró por un breve tiempo a la banda de su ídolo Duke Ellington. Juan Tizol era el trombonista de la banda de Ellington y uno de sus músicos de confianza. En un ensayo Tizol y Mingus la armaron grande. El trompetista Clark Terry contó que todo comenzó porque Tizol le reclamó al joven contrabajista una nota incorrecta. Mingus lo negó. Se hicieron de palabras. Otros músicos advirtieron a Mingus que Tizol siempre cargaba una navaja. Para uno que ha crecido en barrio bravo eso es una invitación a empezar el pleito. ¡Pa’l trompo son las cuerdas! Mingus contó que Tizol lo insultó en modo racista y tuvo que perseguirlo con un hacha contra incendios. Los otros presentes evitaron que la sangre llegara a las partituras. Charles Mingus se convirtió en el único músico que Duke Ellington corrió en persona. Tizol le sacó la vuelta a Mingus toda su vida.

 

Jump Monk

En Nueva York el joven Charles Mingus se hizo amigo del baterista Max Roach. En el Café Bohemia del vecindario Greenwich Village se grabó el seminal disco The Charles Mingus Quintet & Max Roach (Debut Records, 1955). Por el Café Bohemia pasaba con frecuencia un tal Jack Kerouac con su libreta y bolígrafo. La azorada clientela de los clubs de jazz veía al robusto contrabajista hacer cosas que era una extragvagancia. Usaba al unísono tres dedos de la mano derecha sobre las cuerdas en lugar de dos que era lo habitual. El arco del contrabajo lo reconvertía en una baqueta percutiva sobre las cuerdas y lo alternaba con la fricción usual. Su técnica tal vez sea mejor entendida ahora que en su tiempo. Muchos de sus músicos contemporáneos le temían. En un mismo concierto Charles Mingus podía transmutar de cólera a ternura. Era romántico en una pieza y violento en la siguiente. En una ocasión destruyó su propio bajo en el escenario. Sus vibrantes cambios de ritmo desconcertaban a la audiencia que hasta entonces veía a los bajistas como meros metrónomos del sonido grave. En segundos pasaba de ser un kraken emergiendo del abismo oscuro y luego un gatito de ronroneos mimosos tirado al sol.

 

Love Chant

El gélido lunes 30 de enero de 1956 una bomba explotó en la casa de Martin Luther King en Montgomery, Alabama, destruyendo la fachada. En la radio sonaba sin cesar el éxito The Great Pretender de The Platters. El sureño republicano Dwight D. Eisenhower era el presidente de Estados Unidos. Los afroamericanos todavía no se podían sentar junto a los blancos en el transporte público. Ese lunes Charles Mingus entró a un estudio para grabar casi cuarenta minutos de la música más importante de su vida. Son treinta seis minutos y treinta seis segundos exactamente. De lo más glorioso en la historia del jazz. Todo en un solo día. Unas piezas que son al mismo tiempo amorosas y violentas. Tiernas y apasionadas. Sencillas y complejas. El kraken y el gatito pa’ que me entiendan. Junto a Mingus estaban Jackie McLean (sax alto), Frank Anthony Vincent ‘J.R.’ Monterose (sax tenor), Maldon Waldron (piano) y Willie Jones (batería). El repertorio eran los temas Pithecantropus Erectus, Profile of Jackie y Love Chant de Mingus. Además, A Foggy Day un standard de Ira Gershwin y George Gershwin. Sus mercedes disculpen el exceso, más que un disco de jazz es un momento de revelación.

 

Pithecantropus Erectus

Cuando los músicos entraron al estudio Charles Mingus no les entregó partituras escritas del modo tradicional. Lo que hizo fue un sistema de notas y armonías repartidos a lo largo de cada pieza y sobre las cuales podían tocar lo que quisieran. Entonces los dejó improvisar sobre la melodía principal dejándoles mostrar su propia personalidad. Las melodías del disco son de una erudición pasmosa. Enraizadas en el blues, el swing, las baladas y prefigurando el free-jazz. En el tema de apertura hay un punto en el que Monterose y McLean van improvisando al unísono en lo que parece un desconcierto de sonidos y luego retoman la línea melódica principal. La urbe, cualquiera que sea, se siente de principio a fin en el tema de los Gershwin con todos los efectos de ruidos de autos y bullicio callejero. En términos estéticos, Mingus hizo el disco definitivo para unir la personalidad del be-bop con la de la post-bop e insular el free-jazz. El propio Mingus explicó que al mostrar sólo el marco de la pieza a los músicos le permitió mayor libertad individual en la creación de sus líneas y solos. A partir de ese disco Charles Mingus dejó de ser sólo un gran contrabajista y se irguió como un gigante de la composición en el jazz.

 

The Black Saint and the Sinner Lady

Charles Mingus subió a finales de la década de 1950 como una de las figuras fundamentales en la historia del jazz. Luego de Pithecantropus Erectus su reputación se afianzó gracias a discos como The Clown (1057), Mingus Ah Um (1959), Blues & Roots (1959), Reincarnation of a Lovebird (1961), Tijuana Moods (1962), The Black Saint and the Sinner Lady (1963) y Mingus, Mingus, Mingus, Mingus (1964). ¡Hasta Duke Ellington lo perdonó y le invitó a grabar Money Jungle (1962) en formato trío junto a Max Roach en la batería! La música de Mingus es tan compleja y atrayente como su personalidad. A veces paraba un concierto a la mitad para darle nuevas direcciones sonoras a sus músicos ante la desconcertada audiencia. En más de una ocasión corrió a uno de los integrantes de sus grupos justo a mitad de una presentación y a veces iba armado con una pistola a los clubs de jazz. Una vez lo expulsaron de su casa escoltado por la policía y se defendió con una diatriba contra el capitalismo diciendo que su vivienda era una escuela en la que se enseñaba budismo a los niños. Los músicos en Nueva York le llamaban a sus espaldas ‘The Angry Man of Jazz’. El epíteto se le quedó para toda la vida.

 

Love is a Dangerous Necessity

En 1966 el poeta Allen Ginsberg ofició la ceremonia en la que el Charles Mingus se casó con Susan Graham. El poeta vivía en una casa de seis pisos en Millbrook en el norte del estado de Nueva York. La intelectualidad bohemia caía ahí los fines de semana. Cuando Mingus y Graham se casaron en la casa de Ginsberg rolaba el LSD aunque el escritor no permitía las drogas. En cada piso del lugar había conspiraciones artísticas desde música de la India hasta happenings teatrales. Peter Fonda y Salvador Dalí eran invitados frecuentes. La ceremonia nupcial de Charles y Sue fue amenizada con cantos de un grupo de devotos Hare Krishna que vivían ahí. Susan conoció a Charles porque trabajaba con el director de cine Robert Frank. El cineasta quería que la banda sonora de una película fuera musicalizada por Ornette Coleman (sax). La mujer fue a buscar al saxofonista al club de jazz Five Spot. Al entrar vio en el escenario a un hombre robusto con los ojos cerrados tocando el contrabajo. Graham sintió que estaba ante un monje que la atraía por alguna razón. Mingus terminó su actuación y se sentó a la barra. Ella le preguntó por Coleman y él le reviró “¡me gustaría tocar el piano para ti!”. Nunca se separaron después de esa noche.

 

The Man Who Never Sleeps

Mientras tanto los conciertos de Charles Mingus rozaban el desconcierto La audiencia tenía la impresión de estar en un ensayo. Al interrumpir a sus músicos el contrabajista solía exigirles cosas para las que algunos no estaban preparados. El líder de la banda se enojaba cuando fallaban y airado recriminaba a sus escuderos. Avergonzaba hasta los espectadores. El legendario músico ya acusaba una adicción a las drogas duras, problemas de obesidad, insomnio, paranoia. Decía que el gobierno recolectaba su orina para espiarlo. Se excluyó del mundo y no dejaba verse en público. Un poco de normalidad volvió a su vida cuando publicó su autobiografía Beneath the Underdog (1971). Luego recibió una beca de la Fundación Guggenheim para que se dedicara a componer. En sus memorias Mingus revela la epifanía que tuvo en la adolescencia cuando descubrió que el contrabajo también podía ser un instrumento melódico y no sólo el ruido de fondo que marcaba el ritmo. El Museo de Historia de Chicago tiene una grabación en la que Mingus detalla en una entrevista con el escritor Studs Terkel que su libro fue el resultado de varias conversaciones anárquicas con su terapista. “¡Ve al psiquiatra!” le había ordenado Susan años antes.

 

Farewell, Farewell

La década de 1970 fue vibrante para la contracultura en los Estados Unidos. La experimentación con drogas, música, literatura, teatro, cine, amor libre y psicodelia estaba a la orden del día. Muchos charlatanes hicieron su agosto gracias a eso. Pachita era uno de esos mercachifles en Cuernavaca, México, que prometía remedios mágicos para todo mal. Gerry Mulligan (sax) y Charles Mingus se encontraron en julio de 1978 en la Casa Blanca en Washington D.C. convocados junto con otros músicos por el presidente Jimmy Carter para una celebración al jazz. Mingus estaba postrado en una silla de ruedas. Un año antes lo habían diagnosticado con esclerosis lateral amiotrófica. Mulligan le aseguró a Mingus que la curandera lo aliviaría. La leyenda del jazz se llenó de esperanza y se mudó con Susan y una enfermera a la casa 2 Privada de Humboldt 6 en Cuernavaca y bajo el volcán. Los vecinos lo recuerdan en su silla de ruedas por los jardines con un grueso libro en el que guardaba una pistola en las páginas escarbadas. Pachita le sacó miles de dólares. Charles Mingus murió de un ataque al corazón el 5 de enero de 1979 junto a Susan y la enfermera a los 56 años. Sus cenizas fueron esparcidas en el río Ganges de la India.

 

Let My Children Hear Music

En 1971 Alan Raph, un agente de músicos, llevó al trombonista Jimmy Knepper a un estudio de grabación en Nueva York para una sesión de buena paga con una gran orquesta. Al llegar Knepper vio en una esquina sentado a Charles Mingus. No se hablaron. Mingus le dijo a otro de los presentes que Knepper era tal vez el mejor trombonista que había conocido. Sin embargo, no le pidió disculpas por el fregadazo de diez años antes. Cuando Mingus fue diagnosticado con su enfermedad, y el rumor se esparció, una de las personas que llamaba regularmente a su casa para preguntar por su salud era Jimmy Knepper. Los solos que el trombonista hizo en los discos de Mingus son un lujo y todavía hasta ahora se incluyen como materia de estudio para los trombonistas novicios. Cuando Charles Mingus murió su viuda armó una banda para honrar la música de su esposo. Jimmy Knepper fue el primer trombonista al que llamó para el septeto Mingus Dynasty Band. Irónico que el hombre que te rompió los dientes esté ligado a tu vida para siempre. Jimmy Knepper murió en junio de 2003 a los 75 años por un mal ligado al Parkinson. Tras el golpe que le dio Mingus nunca pudo soplar ciertas notas altas en el trombón.

David Dorantes (Guadalajara, México) periodista y escritor. Ha sido reportero de cultura, deportes, crimen e investigaciones especiales para los diarios Siglo 21Público-Milenio y Houston Chronicle, además de columnista de música en los semanarios Primera Plana y Cambio. Tomó el taller de Crónica Periodística con Gabriel García Márquez invitado por la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano 2000 y ganó el Premio Emisario de Periodismo de la Universidad de Guadalajara 2000. Uno de sus cuentos apareció en la antología Dime si no has querido. Antología de cuentos desterrados (Literal Publishing, 2018), la primera de autores Latinoamericanos en Houston. Actualmente es periodista free-lance para varias publicaciones en Estados Unidos, México y España. Su Twitter es @HDaviddorantes

 

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Posted: August 18, 2022 at 10:46 pm

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