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Del conocimiento y el miedo

Del conocimiento y el miedo

Alicia García Bergua

“El rey Philippe pidió a los decanos de la Universidad que estudiaran las causas de la Plaga. Las Facultades han dado su respuesta: el veinte de marzo de 1345, Júpiter, húmedo y caluroso, y Marte, ardoroso y desecado, han encendido vapores de este mundo y las miasmas han invadido la tierra. Hubo un gran terremoto en Italia y gases venenosos salieron de las grietas. Ése ha sido el designio de Alá”. Este es un comentario al margen del libro Ars medicin, de quien fuera el joven médico militar Abu Alí Ibn Mohamed, quien desertó del favor principesco del jeque Abu Zakariyya disfrazado de cristiano y horrorizado de la epidemia de peste que se desató cuando el rey Alfonso de Castilla sitió la fortaleza de Ronda. Dice este personaje en la novela de Verónica Murguía, convertido ya en Pedro de Hispania y radicado en París donde enseña medicina en la Universidad:

“A veces la sabiduría del médico es semejante a la angustia que, se dice, padecen los adivinos, pues el médico sabe cuál sufrimiento sigue al otro. El conocer la inexorabilidad del dolor y la forma horrenda de los síntomas, me hizo huir y dejar todo detrás: mi honor, el amor de mi mujer, mi tabla de ajedrez, mi jardín lleno de naranjos.”

La novela trata de cómo Pedro de Hispania y después Guy, su discípulo, lucharán en su interior con el miedo a saber y a constatar una y otra vez lo que es real e inexorable, sobre todo en aquel momento en que no se sabía que la causante de la peste era una bacteria que se podía combatir con fármacos y medidas higiénicas. Aunque sabemos que de las enfermedades contagiosas las personas siempre se daban cuenta de que lo eran y si podían se protegían aislándose.

Pedro y Guy atraviesan en la novela una pequeña parte de España y Francia atendiendo a quienes agonizan en realidad de la enfermedad con medidas paliativas que hacen menos terrible el final pero con las que prácticamente nadie se salva. Y todo su tránsito, sumamente bien narrado por Verónica, hace pensar en todo lo que ha pasado la humanidad para entender los padecimientos en términos científicos y actuar en consecuencia, y no sin cometer también grandes errores y horribles crímenes.

Pedro de Hispania, el personaje de la novela, posee los conocimientos más avanzados que se tenían de medicina en aquel entonces y que los tenían los árabes no sólo por su contacto histórico con la Grecia y Roma antiguas, sino por la práctica de una mayor higiene, la disección de cadáveres para investigar los órganos, las observaciones de los síntomas de muchas enfermedades, el desarrollo de instrumentos quirúrgicos, la destilación de algunos fármacos, el uso de hierbas anestésicas y los primeros hospitales. A ellos se deben los primeros conocimientos de la circulación pulmonar.

En la novela están muy bien expuestos los límites del conocimiento de ese momento para tratar una enfermedad tan grave y la sabiduría y el tiento con el que los médicos protagonistas de la novela tienen que proceder para tratar a esos pacientes que se van muriendo y que sólo poseen la religión como instrumento de salvación personal.

Una de las virtudes de esta gran escritora es precisamente acercarnos a esas personas que suponemos vivieron más dominados que nosotros por el miedo a la muerte, la ignorancia y la religión, haciéndonos ver que en realidad no somos tan distintos, no hemos cambiado tanto como para no vivir ese mismo conflicto entre lo que se sabe y queremos creer. Eventos como la reacción antivacuna en la pandemia actual o la negación de las causas antropogénicas del cambio climático lo comprueban.

En el interior de los personajes de la novela, Pedro y su discípulo Guy, se debate la tragedia de saber y no poder hacer prácticamente nada más que recoger los platos rotos. La actualidad que asoma en el personaje de Pedro es precisamente su interés en los enfermos y la enfermedad. Es lo que admira su discípulo Guy, quien en un principio no puede vencer la repugnancia y el miedo que le dan los enfermos.

Imagino que desde la prehistoria hubo seres humanos que mantenían este interés trascendental en los hechos de la naturaleza, y este empeño en acumular conocimientos y cálculos a lo largo de los siglos y las civilizaciones ha salvado en muchos sentidos a la gran especie depredadora que somos.

Lo que me gusta de esta novela es precisamente que Verónica no trata a estos personajes como excepcionales o como en una de esas grandes biografías que suelen hacerse de los precursores de la ciencia, sino como parte de una colectividad que en realidad es muy diversa y difícil de abordar.

Muchos conocimientos se han logrado y cultivado a la par que muchas creencias falsas compartidas por todos, o muchos prejuicios e ideas racistas, que por ejemplo impidieron durante mucho tiempo saber más sobre nuestra prehistoria. Y quizá en eso está precisamente la gran virtud de esta novela, en esa tarea de mostrar a las personas de otra época en medio de una gran diversidad de gente, como lo hicieron Cervantes y Dostoievski.

Todo esto lo hace la autora sin caer en erudiciones ni explicaciones innecesarias, con un uso magistral de las fuentes históricas y un gran don literario. Porque es la literatura la que nos hace entrar en un mundo que parecería inexpugnable sin todos los lugares comunes de las novelas históricas. Pero uno entra con naturalidad en ese mundo a través de esta novela precisamente porque, sin recurrir a los lugares comunes, no marca la supuesta distancia entre esos personajes y nosotros, que ya no vivimos así en muchos aspectos. Pero claro que somos los mismos y no. Aunque ahora, con el conocimiento que hay, es más fácil que muchos más nos salvemos de una pandemia, nuestros miedos persisten y seguimos viviendo un universo de creencias y prejuicios.

 

Alicia García Bergua (Ciudad de México,1954) es poeta y ensayista. Es autora de los libros de poesía Fatigarse entre fantasmas (Ediciones Toledo, 1991),  La anchura de la calle (Conaculta, col. Práctica Mortal, 1996), Una naranja en medio de la tarde (Libros del Umbral/ Pablo Boullosa, 2005), Tramas (Cálamos-INBA-Conaculta, 2007), El libro de Carlos (Juan Malasuerte, 2007), Ser y seguir siendo (Textofilia 2013), Salto y sueño (aún inédito) y del libro de ensayos Inmersiones (Dirección General de Publicaciones, UNAM, 2009). Ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de México en varias ocasiones. Trabajó también como editora y escritora de textos de divulgación de la ciencia en la revista ¿Cómo ves? y es una de las coordinadoras en el portal-taller de escritura creativa en divulgación científica Cienciorama de la Dirección General de Divulgación Científica de la UNAM, www.cienciorama.unam.mx.

 

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Posted: January 12, 2022 at 10:20 pm

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