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Mia madre, de Nanni Moretti

Mia madre, de Nanni Moretti

Naief Yehya

¿Cómo se reinventa una cinematografía nacional cuando se tiene como antecedente el neo realismo y como ancestros a gigantes de la talla de Rossellini, Fellini, Visconti y De Sica? Parecería que de la misma manera en que en Roma no hay lugar para erigir nada nuevo, el cine italiano tiene demasiada historia como para dar lugar a nuevas corrientes. Sin embargo, este es un cine que se renueva sin cesar, desde Antonioni hasta los hermanos Taviani, pasando por Pasolini y llegando hasta Sorrentino y Garrone. En medio de esos maestros de la estética, desde la década de los 70, Nanni Moretti ha conducido una pequeña revolución fílmica independiente, silenciosa y poderosamente transformadora. Muy pocos fuera de Italia habían escuchado hablar de él o de sus ingeniosas y mordaces comedias hasta su portentosa Caro diario (1993), un filme en tres actos profundamente personal, autobiográfico e introspectivo, que se sostiene en un territorio entre el documental y la ficción, entre el reportaje crítico y la alegoría, entre la comedia y un solemne diagnostico de cáncer. Moretti presentó este filme en el Festival de Nueva York, de 1994, donde pudimos entrevistarlo. A diferencia de su personaje fílmico el cineasta era circunspecto y formal. Mientras su cinta parecía una composición heterodoxa, de pronto frívola (como en su improvisado homenaje a Jennifer Beals y su exitosa Flashdance) y espontánea, en realidad se trataba de un trabajo cerebral, evocativo y por momentos muy emocional, como en esa visita al sitio desolado y olvidado donde fue asesinado Pasolini. Moretti ha sido llamado el Woody Allen italiano (no confundir con el otro W. Allen italiano, el estridente e irritante comediante Roberto Benigni) por su aparente manera de borrar distinciones entre su persona real y su personaje fílmico,  así como por combinar política, psiquiatría y arte, con cultura popular. Sus obras van del ensayo fílmico, con paralelos distantes al trabajo de Chris Marker o Agnès Varda, al humor absurdo y autorreferencial de Monty Python y el primer W. Allen.

Moretti no tardó en ser reconocido en el circuito de los grandes festivales, triunfó en Berlín y Venecia, y ha sido seleccionado para competir en Cannes siete veces, de las cuales ganó la Palma de oro en 2001 con La habitación del hijo, en donde muestra a una familia tratando de aceptar la pérdida de un hijo. Después de esa cinta realizó dos filmes relativamente ligeros y convencionales, El caimán (2006) y Tenemos papa (2011). La primera es una parodia política en la que se mofa de Berlusconi y la segunda una cinta ligeramente transgresora donde presenta a un cardenal que es nombrado papa pero tiene serias dudas existenciales acerca de ocupar ese puesto.

Su más reciente cinta, Mia madre, es en cierta forma un regreso al drama familiar, donde muestra a sus personajes tratando de vivir en la cercanía de la muerte inminente de un ser querido.  Margherita (Margherita Buy), una directora de cine con cierto prestigio está filmando una película sobre la lucha laboral de un grupo de obreros que toman la fábrica donde trabajan como respuesta a recortes de personal y la amenaza que representa una nueva dirección. Mientras tanto la madre de la directora,  Ada (Giulia Lazzarini), una académica y profesora de latín, está enferma de neumonía en el hospital. La estrella que ha contratado Margherita es un actor americano de origen italiano, Barry Huggins (John Turturro), quien pasa del estereotipo del americano pretencioso a la de un obsesivo enamorado de la Roma cinematográfica. Durante el rodaje Margherita decide separarse de su pareja, quien es uno de los actores de su película, al tiempo en que el estado de salud de su madre se deteriora rápidamente cuando la infección pulmonar se traduce en un problema cardíaco. Moretti interpreta al hermano de la cineasta, Giovanni, un ingeniero pragmático, cariñoso y eficiente que asume la mayor parte del peso de cuidar a su madre en esos días difíciles. Curiosamente esa personalidad me parece muy semejante a la del director de cine que conocimos en 1994.

La inspiración de la cinta vino cuando Moretti filmaba en 2010, Tenemos Papa y su madre falleció. Aquí el cineasta ha elegido establecer una distancia entre la realidad y el cine al sustituirse por Margherita. Pero este distanciamiento es tan sólo parcial ya que emplea elementos de su vida privada (el coche de Margherita es de Moretti en la vida real y los libros de los estantes de Ada pertenecían a la madre del director) para ambientar y reapropiarse de la historia. El filme muestra el difícil equilibrio entre la responsabilidad personal y profesional, entre el dolor privado y la fortaleza pública. Turturro por su parte añade un deleitable elemento cómico, como un actor que padece de una especie de prosopagnosia, la enfermedad que impide reconocer rostros, lo cual también se traduce en una dificultad para memorizar sus diálogos. Esta tragedia personal da lugar a situaciones humorísticas y a una caricatura que se entrelaza con el drama de manera inquietante y provocadora. Huggins es un hombre entusiasta, eufórico y hasta cierto punto infantil, que asegura que por culpa de trabajar con Kubrick se perdió el nacimiento de su hijo. Esta anécdota es falsa; sin embargo, está en consonancia con la experiencia de la directora quien al enterarse que su madre ha muerto mientras está filmando, decide quedarse hasta terminar una de las escenas. ¿Es ese un gesto de egoísmo, como pensaría su exnovio y su hermano? ¿O bien es una manera de aceptar lo inevitable y retomar la responsabilidad de ser la autoridad? También puede ser una forma de resignación  al reconocer como se complementan y compensan la realidad, el cine y la imaginación.

Al cambiar de género al protagonista Moretti impone una ruptura con las expectativas convencionales que dictan que la mujer es quien se ocupa de los asuntos de la casa y del cuidado de los enfermos mientras el hombre trabaja. También se concentra en mostrar a tres generaciones de mujeres (la directora, su madre y su hija) tratando de aceptar la inevitabilidad de la muerte. La cinta que filma Margherita, Noi siamo qui, parece completamente inverosímil, un callejón sin salida en donde nada parece creíble, y esto contrasta con la sutileza de las situaciones que ella debe enfrentar al salir del estudio. La directora trata de mantener su ecuanimidad a pesar de las crecientes presiones, de su sentimientos de culpa y crecientes inseguridades. En vez de las usuales divagaciones de Moretti que llevan al espectador dentro y fuera de la narrativa, y que eventualmente rompen la cuarta pared, el cineasta aquí introduce los sueños de la protagonista para dar matices a su angustia y desesperanza, así como para enfatizar que la realidad es también extraña e impredecible.

Mia madre es una película sobre el cine, sobre la familia y la muerte (“¿Cómo se prepara uno para la muerte, qué quiere decir eso?”, se pregunta Margherita), pero en esencia se trata de un estudio sobre la soledad, tanto del paciente en el hospital que se desprende lentamente de la realidad y de quienes la rodean; como de la directora de cine que trata de crear una visión entre miradas de condescendencia, hastío y quizás misoginia; como del ingeniero aislado que renuncia a su trabajo sin contar con otra alternativa aparte de cuidar a su madre moribunda; como de la adolescente enamorada que no puede confiar sus penas ni siquiera a su madre; como el amante rechazado y humillado aparentemente sin razón que debe ver diariamente en el set de filmación a la mujer que ama del otro lado de la cámara. No es este el mejor filme de Moretti, hay numerosos titubeos estilísticos y el recurso de los sueños parece un tanto forzado, sin embargo, no hay duda de que es un filme poderoso y fascinante.

Naief-Yehya-150x150Naief Yehya es narrador, periodista y crítico cultural. Es autor, entre otros títulos, de Pornocultura, el espectro de la violencia sexualizada en los medios (Planeta, 2013) y de la colección de cuentos Rebanadas (DGP-Conaculta, 2012). Es columnista de Literal y de La Jornada Semanal. Twitter: @nyehya


Posted: August 14, 2016 at 9:28 pm

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