Interview
Lecturas atentas. Veinte narradoras cubanas contemporáneas 

Lecturas atentas. Veinte narradoras cubanas contemporáneas 

Mayra García Cardentey

En esta conversación con Mabel Cuesta nos habla de  la antología que reunió recientemente con Elzbieta Sklodowska: Lecturas atentas. Una visita desde la ficción y la crítica a veinte narradoras cubanas contemporáneas (Almenara, 2019).

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MG: ¿Cómo surge el proyecto Lecturas Atentas?

MC: Surgió de una manera muy singular, triste y sororial. Mi colega Elzbieta Sklodowska y yo conversábamos intensamente sobre la perdida o languidecimiento de la aproximación “Close Reading” a los textos literarios. Debatíamos el cómo los estudios culturales han ido tomando terreno y han hecho parecer desfasadas a las “lecturas atentas” con las que muchos de los actuales profesores de literatura nos entrenamos. Lo triste y sororial es que como Sherezadas caribeñas/eslavas, hablábamos de estas cosas para espantar a la muerte. Ese debate que teníamos y la consecuente decisión de llevarlo a libro, sucedió mientras cuidábamos de una amiga común, terriblemente enferma. Para ella será este libro. Porque aunque la muerte venció, ella supo ganarle un tiempo mayor y mejor del que entonces suponíamos.

MG: ¿En qué consiste?

MC: Se trata de veinte historias de narradoras contemporáneas a quienes solo une el estar vivas y el identificarse como cubanas aunque hayan nacido en Miami o se hayan educado en el oeste norteamericano. Da igual si viven en Buenos Aires u Holguín. Si al presentarse lo hacen relacionándose con esa isla y asimismo la solidez de sus obras las respalda, es muy posible que estén aquí. A esas veinte autoras las acompañan, discutiendo su texto de manera muy atenta, diecinueve críticas y un crítico que sí pueden tener como origen cualquier lugar del mundo. La condición para pedirles un texto de pensamiento fue que hubieran estudiado a Cuba y/o alguna de estas autoras de manera consistente. Queríamos facilitar un espacio para la conversación con todos; pero también entre ellos.

MG: ¿En cuál parte del proceso editorial se encuentra actualmente? ¿Bajo cuál editorial será publicado? ¿Prevista alguna fecha de presentación? ¿Prevista alguna actividad con el texto en Cuba?

MC: Ya estamos en las revisiones finales. Ha sido un proceso de más de un año. Se publicará bajo el sello Almenara que tiene su sede en Holanda y que es dirigido por el editor y escritor cubano Waldo López Cino.  Debe salir antes de que termine el año. Recién comenzamos a organizarnos para las presentaciones. Nos gustaría llegar a la mayor cantidad de ciudades en donde estas autoras y críticas vivan y trabajen. Avisen si estuvieran interesados en la Universidad de La Habana, mi Alma Mater y la de muchas críticas y autoras.

MG: ¿Bajo cuáles conceptos realizó la selección de las 20 autoras y sus respectivos cuentos?

MC: Para la selección de las autoras tanto Elzbieta como yo elaboramos una lista basada en los veinte años que (en mi caso) llevo trabajando con este corpus de narradoras. En el caso de Elzbieta pues bastó su pericia en el tema que es también de amplia trayectoria. Intentamos ser tan exhaustivas como nuestro sentido crítico y entrenamiento intelectual permitieron. Hubo quien no respondió al llamado. Otras que decidieron no participar esta vez y un tercer grupo que definitivamente quedó fuera por razones de límite espacial, quizás las más jóvenes. Para ellas habrá que pensar una segunda colección de Lecturas Atentas. Toda antología es un gran desafío en ese sentido de quién queda y quién no. Siempre, aunque luchemos por lo contrario, se sesga la mirada. Sobre los cuentos, casi todas enviaron un inédito y otras algo que, aunque estuviera publicado ya, les pareciera pertinente para el proyecto. Insisto en que estamos hablando de autoras con vasta obra.

MG: ¿Cuán complejo y enriquecedor, a la vez, puede ser editar un texto que respira varias generaciones y estilos de escritoras y ensayistas cubanas?

MC: Altamente complejo y absolutamente enriquecedor. Revisitas el campo, lo cual es parte del objetivo del libro, y a la vez compruebas cómo ha madurado aquella autora que hace años no lees o redescubres la pluralidad de voces con que se configura el cosmos de todas y cada una de ellas. Hay allí un delicioso mapa delineado a través de referencias familiares o foráneas, obsesiones, delirios y dolores que continúan siendo importantes, relevantes para entendernos como nación fracturada e infinita. En mi caso, porque escribí todo un libro de crítica en donde aparecen algunas de estas mismas narradoras, ha sido delicioso el corroborar el cómo la escritura sigue siendo su mejor y más completo acto de resistencia.

MG: Usted defiende un acercamiento a las narradoras cubanas desde un concepto de nacionalidad que defiende a Cuba y sus diásporas. ¿Qué retos supone a la hora de un proyecto editorial como este?

MC: Absolutamente ninguno. Siempre he entendido a Cuba de esa manera. Siempre. Desde que era muy muy joven y viviendo en Cuba comencé a leer y a estudiar autores como Cristina García, Gastón Baquero, Sonia Rivera-Valdés, Jesús Barquet, Maya Islas, Lourdes Gil, Lydia Cabrera, Lorenzo García Vega o Achy Obejas, quienes prefieren pensarse desde su origen cubano aunque hayan permanecido tanto tiempo (en algunos casos y por fuerza hasta su muerte) fuera de la isla. Hay que recorrer las calles del suroeste de Miami para entender cuán inscrito se lleva dentro a un país, sin que importe desde qué geografía te toque lidiar con ese amor. Cuba (o cualquier otra matria) no está en un mapa político o físico sino en cualquier latitud adonde su gente quiera llevarla.

MG: ¿Cuánto puede aportar una selección como esta a la reivindicación de la literatura femenina y feminista en Cuba?

MC: Muchísimo, la verdad. Y aunque no me gustaría pecar de inmodesta, así lo veo. Se ha venido haciendo por varias décadas un excelente trabajo de arqueología. Trabajo del que han estado a cargo en diferentes momentos mis profesoras, mentoras y colegas Luisa Campuzano, Susana Montero, Nara Araújo, Adriana Méndez Ródenas, Mirta Yáñez, Eliana Rivero, Mayerín Bello, Nanne Timmer, Zaida Capote, Araceli Tinajero, Esther Whitfield o Helen Hernández Hormilla (entre muchas otras) y también algunos hombres como Julio César González Pagés o Abel Sierra Madero; pero falta, siempre falta.

Ejemplos claros de esta carencia los arroja el hecho de que las autoras que se han negado (o les ha sido negado) salir de la provincia siguen siendo desconocidas para el público nacional y sin dudas el latinoamericano. Las ciudades son plataformas de poder en todas partes y Cuba no escapa a ello. Por otra parte, las escritoras en la isla han vivido bajo el extraño pánico de ser entendidas como feministas. Cuando para fines de los noventas, muchas de nosotras -compañeras de mi generación y quizás más jóvenes quienes trabajábamos bajo la dirección de las profesoras mencionadas- nos sumamos también a los estudios de género y sexualidades, encontramos todo tipo de resistencia y algún que otro insulto.

El panorama ha ido cambiando; pero hay que insistir en que las visibilidades en torno a las producciones de mujeres siguen siendo necesarias. Y es que, desafortunadamente, no aparecen con toda la frecuencia que deberían en proyectos editoriales que se autodefinen o imaginan como de orden más canónico, de mayor impacto. Invito a revisar los nombres de los comités editoriales de casi cualquier casa o revista académica (con la excepción de las declaradamente feministas). Hay que revisar eso antes de atacar proyectos como éste que aunque no lo tiene entre sus prioridades, definitivamente sí contesta y desestabiliza a la histórica androfilia editorial.

Del mundo de la crítica y la investigación para qué hablar. Los señores siguen invitándose los unos a los otros a formar paneles en congresos internacionales o a las universidades en donde trabajan. Y cuando suceden excepciones (por suerte cada vez más frecuentes, pero todavía desequilibradas) y alguna muy competente académica aparece por allí es porque alguno de ellos la ha validado usando frases decimonónicas como esta y cito “es mucho hombre esa mujer”. Quisiera estar exagerando; pero no es el caso. Escribir desde cotos de intimidad o exponiendo cierto mapa de emociones frente al artefacto artístico es casi una agresión. Todo lo anterior es parte del patriarcado estructural del que también son víctimas. Pero dan la espalda porque no quieren verse como parte fundacional de dicha estructura. Hay fracturas, claro que las hay; pero no estamos al día. La conversación no ha terminado. Así es que si me preguntas sobre reivindicaciones sin fundamentalismos esta es mi respuesta.

MG: En el estado actual del proyecto, ¿qué valoración general daría, tanto como editora, compiladora y ensayista?

MC: Como soy, junto a Elzbieta Sklodowska, las tres cosas a la vez y pecaré de subjetividad y falta de distancia, creo que mejor te respondo desde la única identidad profesional nuestra que dejaste fuera: la de profesoras universitarias. Desde ahí y desde la fe en la virtud de lo útil, te digo que este es el libro que queríamos tener en clase para (re)pensarnos mejor.


Posted: October 31, 2019 at 10:37 pm

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