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Violeta Orozco recorre algunas ciudades
COLUMN/COLUMNA

Violeta Orozco recorre algunas ciudades

Tanya Huntington

Muchos aprendemos a viajar no a través de la práctica, sino desde antes, a través de nuestras lecturas. Esto es particularmente cierto para aquellos que nacimos en lugares que califican como periféricos —en mi caso, en uno de los condados más pobres del estado más pobre de un país rico, los Estados Unidos; en el de Violeta Orozco, ese “lugar híbrido, ni completamente ciudad ni completamente campo” (46) que son las afueras de la Ciudad de México. Aprendí a una edad tierna que la mejor manera de fugarse a un lugar mejor, es decir, a cualquier lugar que no fuera ése, era a través de esos maravillosos artefactos de tergiversar el tiempo y el espacio que se llaman libros.

Me volví tan asidua en esa práctica que la primera (y única) vez que me ha tocado conocer Londres, pude orientarme gracias a mi conocimiento de las letras inglesas – los lugares que buscaba conocer tenían antecedentes en las páginas de Austen o Forster o Woolf o Conan Doyle. Pude rastrearlos, aunque las personas que hubiera querido encontrar mágicamente en cada esquina eran en su mayoría ficticias o muertas.

En Cómo recorrer una ciudad sin despertarla, publicado este año por Ediciones de Punto de Partida de la UNAM, Violeta Orozco está consciente de que las breves estancias que componen este libro en ciudades tan diversas como Nueva York o Nueva Orleans, la Ciudad de México o la de Montreal le fueron anunciados por otros autores: García Lorca, T.S. Eliot, Lisel Mueller, Efraín Huerta… y hasta Rockdrigo. Como reconoce en la contraportada su editora, Carmina Estrada, la presencia de esas voces forman “un ecléctico concierto que se filtra en su mirada para fundirse con ella e impulsarla a recorrer estas ciudades tangencialmente, abordándolas siempre desde o hacia las orillas”.Gracias a esta aproximación centrífuga o centrípeta, las ciudades que va recorriendo Orozco se vuelven imaginarias, como las que describió alguna vez Italo Calvino. Dice la autora, para quien todas las ciudades son inventadas, que forman “un extraño paréntesis en el espacio, un espejísmo desesperado al que queríamos asirnos para salir, salir de la pobreza, del encierro, del país, explorándolo afanosos mientras tratábamos de hallar en ellas algún género de remota salvación por el vacío, perdiéndonos en sus laberintos procreadores de vagabundos y solitarios que yerran por la ciudad cruel y desierta, intentando encontrar madrigueras brillantes.. (57-58)

Luego, este recorrido suave de ciudades reales, construidas por letras ajenas y luego reconstruidas por las de Orozco, toma lugar en sitios que a veces tienen mucho que ver con estas versiones escritas de antemano, y a veces poco. Los ensayos de Cómo recorrer una ciudad sin despertarla forman a su vez otro eslabón más en esa larga cadena de escritores que se volvieron viajeros, para su buena o mala fortuna —la verdad, no se me antoja mucho la Nueva York al estilo Wasteland que le tocó en pura pandemia del virus “con nombre de metralladora, el covid-19” (60), aunque sí haya brindado detalles sabrosos para una crónica que deriva hacia las voces de Chernobyl registradas por Svetlana Alexievich; en cambio, cuando vaya a Nueva Orleans, sin duda buscaré seguir en sus pasos por “the underbelly of the city”, término que evoca en la mente poética de la autora la panza de los “cocodrilos lentos que habitan el pantano” (85), para conocer en carne propia la historia de Marie Laveau, la conjure-lady o bruja cuya historia recuerda a la autora a la de la Mulata de Córdoba.

Y si no llega ese día, haber tenido el privilegio de conocerla a través de la carne y la letra ajena de Violeta Orozco será más que suficiente.

 

Huntington is the author of Martín Luis Guzmán: Entre el águila y la serpienteA Dozen Sonnets for Different Lovers,  and Return. Her most recent book is Solastalgia (Almadía / UAA, 2018). She is Managing Editor of Literal. Her Twitter is @Tanya Huntington

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Posted: October 31, 2023 at 8:34 pm

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