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Marianne Moore en Cuernavaca

Marianne Moore en Cuernavaca

Tanya Huntington

Pura López Colomé; Imperfecta semejanza (UNAM, 2016)

A estas alturas de nuestra existencia post-babélica, ya todo el mundo sabe que no hay que confiar en los traductores. Pero lo que quizás no sepan aquellos que no forman parte del gremio es que tampoco los traductores confiamos en nosotros mismos, un secreto de oficio que Pura López Colomé revela en su libro Imperfecta semejanza, dedicado a explorar la manera en que ha llegado ella a elaborar versiones en español de selectos versos escritos en inglés por Emily Dickinson, Marianne Moore, Elizabeth Bishop, Fanny Howe e Hilda Doolittle. Tomando en cuenta otro factor decepcionante –el hecho de que la piedra angular de la literatura, la metáfora, es una especie de estafa, vista despectivamente por Platón como la insistencia desafortunada de sustituir liebre-con-gato–, la traducción de poesía resulta más traicionera aún –y no sólo por la raíz etimológica que comparten, reveladoramente, los vocablos “traducir” y “traicionar”. Nos hace dudar a cada paso de nuestro procedimiento, de nuestro propósito. Hacemos versiones, no equivalencias. Jamás sentiremos que así “tenía que ser”.

López Colomé comparte con nosotros no sólo su pericia como traductora, sino sus inicios como novata. Cada habitante de la República de las Letras ha asimilado, si no redactado, su propio Bildungsroman, es decir: el relato de cómo se hizo escritor. En muchos casos, la escritura nos ofrece una manera de lidiar con un entorno que se ha vuelto, por circunstancias ajenas a nuestra voluntad, hostil o, incluso, inoperante. Buscamos refugio primero en la lectura, hasta que se vuelve una obsesión malsana y sentimos el impulso de contagiarla. A partir de allí es sólo cuestión de tiempo antes de que esa lectura se convierta en nuestra propia escritura.

La traducción puede ser vista como una manifestación concreta de este proceso de transformación del lector en escritor. Aunque el traductor tendrá sus momentos de epifanía, por lo general –como podemos vislumbrar entre los pormenores de las aproximaciones de López Colomé a cada imagen, cada recurso poético– se vive más bien como esa etapa torpe en que el gusano está a punto de volverse mariposa, pero todavía lucha por liberarse del capullo. Y se siente como “ponerse guantes en los pies”, para tomar prestada la cita de Elizabeth Bishop que aparece en el libro.Portada

La relación entre López Colomé y los poetas de la tradición anglosajona comenzó con el confinamiento de ella dentro de una especie de capullo, un internado católico ubicado en el mismo condado del mismo estado donde yo nací, Dakota del Sur. (Siendo nativa, les puedo asegurar que crecer allí habrá sido para ella el equivalente de pasar la adolescencia en Plutón, que según nos han informado, ya no es ni siquiera un planeta.)

Pero sin importar cuan álgidas sean las circunstancias biográficas, los libros están allí para provocar nuestras transformaciones y fue gracias a otra reclusa, Emily Dickinson, que Pura López Colomé se animó desde su encierro a ver en el inglés algo muy diferente a lo que sucede en los libros de texto.

Quizás fue debido a que el diálogo entre la autora y los poetas de la tradición anglosajona comenzó con un enclaustramiento que se entablara de manera tan íntima. Estas páginas revelan cómo López Colomé conversa con estas cinco mujeres como si la traducción también fuera una especie de espiritismo, una séance que posibilitara revivirlas a partir de las letras que dejaron ensambladas.

Este diálogo es, por lo tanto, muy personal. No encontrarán en este libro un manual de “cómo se hace” la traducción de la poesía, sino más bien un recorrido de “cómo lo hace” Pura López Colomé. Eso sí, un “cómo” muy sofisticado aun cuando ella insista en la imperfección de sus semejanzas –algo que me hace sentir que mis propias aproximaciones (pero en sentido inverso, del español al inglés) siguen siendo totalmente rupestres. Como botón de muestra, su exploración de la conexión entre Marianne Moore y el Almirante Nelson me hace sentir que, allá en Cuernavaca, Pura y Marianne se secretean gozosamente (“dime, dime”) mientras, por mi parte, sigo neceando desde mi escritorio con “yo Tarzán, tú Jane”.

Esta antología razonada, hecha a la medida para aquellos que habitamos el universo cuántico de lo bilingüe pero recomendable para cualquier lector de poesía, evoca la posibilidad borgeana de que con la intervención de seres como Pura, los poemas pueden reencarnarse a lo largo de los senderos bifurcantes que ella traza, haciendo posible así que los lectores de otros idiomas pueden hallarlos y sentir la vibración característica de los átomos compartidos, sin importar las distancias espaciales o temporales.

Palacio de Minería, 20 de febrero de 2016

TanyaHuntingtonTanya Huntington (EUA, 1969)Escritora y artista binacional, es Directora Editorial deLiteral: Voces latinoamericanas. Sus libros más recientes son Martín Luis Guzmán: Entre el águila y la serpiente (Tusquets, 2015) y A Dozen Sonnets for Different Lovers / Docena de sonetos para amantes distintos(Ediciones Acapulco, 2015). Su cuenta en Twitter es @TanyaHuntington 


Posted: February 23, 2016 at 11:35 pm

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