Flashback
Tránsito de Borges en revistas

Tránsito de Borges en revistas

Sebastián Navarrete

Hace cien años, en abril de 1922, Jorge Luis Borges (1899-1986) pegó en las paredes de los edificios que resguardaban sus caminatas por Buenos Aires, el segundo número de su “revista mural” —Prisma— en la que podía leerse el siguiente poema:

ATARDECER

Toda la charra multitud de un poniente
alborota la calle
la calle abierta como un ancho sueño
hacia cualquier azar
La límpida arboleda
que serena i bendice mi vagancia
se olvida del paisaje
i acalla el barullero resplandor de sus ramas
La tarde maniatada
solo clama su queja en el ocaso
La mano jironada de un mendigo
esfuerza la congoja de la tarde.

Modificado, el poema se convirtió en la primera estrofa de “Atardeceres”, incluido en Fervor de Buenos Aires (1923), su primer libro de poesía: “La clara muchedumbre de un poniente / ha exaltado la calle, / la calle abierta como un ancho sueño / hacia cualquier azar. / La límpida arboleda / pierde el último pájaro, el oro último. / La mano jironada de un mendigo / agrava la tristeza de la tarde. En retrospectiva, sirve como una metáfora adecuada para describir el inicio del fin de sus días defendiendo al ultraísmo, el regreso a su patria y el descubrimiento de un puerto de desafíos a los que había que hacer frente con “los libros y la noche”… y las revistas.

Cuando leí por primera vez a Borges no sabía que su obra iba más allá de los cuentos sobre “el inconcebible universo” que creó en su etapa de escritor célebre. Me conformé con admirarlo y asumir que era un clásico que debía leer. Por supuesto, leer con esta lupa a cualquier autor casi siempre resulta tedioso y hasta imposible. Tampoco sabía que de su nacimiento al mío había casi 100 años de distancia, que ambos habíamos nacido en el borde de un siglo. Entendí que, además de un privilegio de mi generación, ese paralelismo distante es una herramienta mucho más interesante para leerlo. Su línea cronológica me llevó a una historia contada por las revistas literarias en las que escribió y dirigió. Entonces pude empezar a conocerlo realmente.

Para comprender esta historia, era necesario dividir su “tránsito” por las revistas en tres épocas: 1920-1930, etapa de poesía con ímpetu vanguardista y disidente; 1931-1945, etapa de traducciones y narración experimental y, finalmente, la etapa madura que va de 1946-1986: la de sus conferencias, la del maestro de letras inglesas que se convierte en leyenda viva. En las primeras dos, las revistas serán fundamentales para el desarrollo de su escritura; en la tercera ya no lo son tanto, pero se pueden observar algunos elementos de su vida madura que son resultado de ese tránsito.

Antes de partir de Buenos Aires e instalarse con su familia en Europa cuando tenía apenas 14 años, Borges ya había publicado una traducción de El príncipe feliz de Oscar Wilde en El País —que se le atribuyó a su padre— y una narración original, “El rey de la selva”, en la revista del Colegio de Buenos Aires. A inicios del siglo XX las publicaciones periódicas eran “el pan de cada día” de cualquier escritor y la modernidad se alimentaba muy bien y cada vez más de ellas.

 

1920-1931 Vanguardia y disidencia

La historia es conocida: después de una verdadera odisea por Europa, los Borges se instalan una temporada en Sevilla, donde Borges escribe poemas que no se publican y después se va a Madrid, donde conoce a Rafael Cansinos-Asséns —a quien considera su primer mentor— y a Ramón Gómez de la Serna, precursores del Ultraísmo y maestros de otros poetas españoles contemporáneos suyos, como Guillermo de Torre, quien años más tarde sería su cuñado.

La primera revista que publicó algo de Borges fue Grecia, dirigida por Isaac del Vando-Villar y cuyo jefe de redacción era Adriano del Valle. Es a Del Valle a quien Borges dedica su poema “Himno del mar” que sale impreso en el número del 31 de diciembre de 1919. Cansinos-Asséns era el principal crítico y animador de nuevas plumas que le darían a la revista un carácter realmente moderno. Bajo el encabezado de sus primeros números se leen los siguientes versos de Rubén Darío: “En la angustia de la ignorancia / de lo porvenir, saludamos / la barca llena de fragancia / que tiene de marfil los remos”. Una aparente ironía, ya que a los ultraístas les gustaba presentarse a una distancia enfadada del “rubenismo”, pues les parecía amanerado y excesivo. Al igual que Borges, Vicente Aleixandre publicaría su primer poema en esta revista y otras plumas latinoamericanas como la de José Juan Tablada y Vicente Huidobro también pasarían por las páginas de Grecia. La publicación se había originado en Sevilla en 1918 con una periodicidad decenal y después se mudó a Madrid, publicando quincenalmente. Terminó su derrotero en 1920 con un total de 50 números publicados.

Antes de que los Borges regresen a Argentina, sale en Madrid la revista esencial de los ultraístas. Vltra (1921-1922) se considera una promesa cumplida por los firmantes de un manifiesto ultraísta escrito en 1918, en el que Borges no figuraba, aunque para el 15 de febrero de 1921 ya firmaba, en la revista Baleares, el “Manifiesto del Ultra” (p. 20), junto con Jacobo Sureda, Fortunio Bonanova, y Juan Alomar. En su último párrafo exponían la trascedencia de las revistas en su proyecto: “Para esta obra de superación adicionamos nuestro esfuerzo al que realizan las revistas ultraicas Grecia, Cervantes, Reflector y Ultra”.

Entre enero de 1921 y marzo de 1922 Vltra publica 24 números quincenalmente. Bajo el encabezado se lee “revista de poesía, crítica y arte” y en sus últimos números se incluye el subtítulo “revista internacional de vanguardia”. En ella se publica ensayo y crítica de los libros de sus integrantes, pero sobre todo poemas. Entre sus colaboradores más reconocidos se encuentran Humberto Rivas Panedas y su hermano José, Pedro Garfias y Juan Chabás. Es también notable la presencia de los noveles Luis Buñuel y Rosa Chacel, entre otros jóvenes. Borges funge como corresponsal cuando regresa a Argentina, haciendo gala de sus conocimientos de expresionismo alemán y ondeando la bandera ultraísta, convencido de su misión de refrescar la literatura hispana.

Cosmópolis es otra revista fundada en Madrid en el tiempo que Borges estuvo ahí. Publicó 44 números mensuales de enero de 1919 a septiembre de 1922 con más de cien páginas y una tirada extraordinaria, gracias al financiamiento de un empresario uruguayo de nombre Manuel Allende y a la objetiva dirección editorial del escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo. Aunque no se inscribe dentro del ultraísmo y su contenido literario se enfoca más en autores franceses, vale la pena mencionarla por su cercanía con muchos escritores de gran relevancia en Latinoamérica, como Xavier Villaurrutia, Alfonso Reyes, Alfonsina Storni, Juana de Ibarburu y, por supuesto, Jorge Luis Borges. Este último participará constantemente desde Argentina con ensayos y poemas, al tiempo que prepara el lanzamiento independiente de su primer libro de poesía.

Quizás sin saber que un año más tarde el padre organizaría otra vuelta por Europa, la familia Borges regresa a vivir a Buenos Aires en marzo de 1921. Para noviembre ya tiene listo su primer proyecto de revista: Prisma, Revista Mural, una edición de una sola página que será pegada en muros de la vía pública, y que realizará junto con Eduardo González Lanuza, su primo Guillermo Juan Borges y su hermana Norah Borges, evidentemente, con sus propios medios. Es una hoja blanca, cortada horizontalmente y con márgenes muy definidos y limpios. Dentro de ella se lee un manifiesto en 5 párrafos que exalta las normas del ultraísmo y cuya tipografía se va haciendo cada vez más pequeña, prácticamente ilegible. Incluyó un grabado de Norah y varios poemas de sus amigos españoles. El segundo y último número de Prisma sale a las calles en abril de 1922. Aunque en su autobiografía dice que le faltaban medios para hacer la revista, sus ambiciones no eran cortas. En una misiva dirigida a sus compañeros españoles y publicada en la página principal de Vltra, cuenta que han tirado cinco mil ejemplares y que planean pegarlos por todo el país y, además, que han enviado algunos a Chile y Montevideo. En la misma página se reproduce el manifiesto inserto en el primer número de Prisma, cuyo último párrafo dice:

 

Hemos embanderado de poemas las calles, hemos iluminado con lámparas verbales vuestro camino, hemos ceñido vuestros muros con enredaderas de versos: Que ellos, izados como gritos, vivan la momentánea eternidad de todas las cosas, i sea comparable su belleza dadivosa i transitoria, a la de un jardín vislumbrado a la música desparramada por una abierta ventana y que colma todo el paisaje.

Publicar esta revista-mural le parece, además de poético, justo y satisfactorio; sin embargo, al final se escabulle una “y”, en lugar de la “i” a la manera latina que usaban los ultraístas para distinguirse. Probablemente no fue más que una simple errata, pero ésta ocurre mientras Borges escribe su primer libro, Fervor de Buenos Aires, esa suma de nostalgia y amor por el sitio que lo vio nacer, reunión más profunda que cualquier norma estética de las que ostentaba entonces.

Ya en agosto de 1922, junto a la misma plantilla de editores y colaboradores, Borges dirige su primera revista “en forma”: mismas intenciones, pero con un formato de más de una página, anuncios publicitarios y una distribución formal. Se trata de Proa, de la que se publicaron tres números, de agosto de 1922 a julio de 1923, con periodicidad irregular. La edición tiene similitudes con Vltra, y por supuesto detenta los valores del ultraísmo, explícitamente en las primeras dos entregas y ya no tanto en la tercera (y última), que parece coincidir con la impresión del primer libro de Borges y con su viaje de un año de duración a España. En esta Proa colaboró Macedonio Fernández y además fue novedosa la mención de escritores de otras latitudes de América Latina, como el caso del mexicano Manuel Maples Arce, principal exponente del estridentismo.

 

Borges cuenta en su autobiografía que Alfredo Bianchi, co-director de la revista Nosotros, tuvo a bien encontrarse una de las hojas de Prisma y que lo invitó a él y a sus compañeros a publicar una antología de poesía ultraísta en su prestigiosa revista. Nosotros se publicó mensualmente de 1907 a 1943 en cuadernos extensos en los que se reunía a los escritores y artistas más notables de Argentina. Borges nunca publicará la antología prometida en Nosotros, sí un par de poemas, publicados en la edición de septiembre de 1922 y en adelante se convertirá en colaborador más o menos frecuente, lo que le generaría cierto prestigio en Buenos Aires. Como es sabido, Borges y su familia regresaron a España por un año, y durante ese tiempo se publicarían textos suyos en Nosotros, así como el último número de Proa, un par de poemas en Irradiador (dirigida por Manuel Maples Arce en México) y en Manomètre (dirigida por Émile Malespine en Francia), seguramente fruto de una camaradería cultivada en las páginas de Proa.

Durante esa temporada de viaje por Europa, se comienza a publicar en Buenos Aires Inicial. Revista de la Nueva Generación (1923-1927), dirigida por Roberto Ortelli, Alfredo Brandán Caraffa, Homero Guglielmini y Roberto Smith. En el número 3 aparece un ensayo de Jorge Luis Borges sobre el expresionismo alemán y en el número 6 otro sobre la obra de Julio Herrera y Reissig. Caraffa alega algunas diferencias entre los redactores y se separa del grupo mientras éste se reorganiza sin alcanzar nunca estabilidad, razón por la que Inicial desaparece en 1927. La empresa publicó 11 números con periodicidad irregular de 1923 a 1927 y es recordada por impulsar la escritura de varios artistas y escritores jóvenes, entre los que destacan Emilia Bertolé, Carlos María Onetti y Cayetano Córdova Iturburu.

Apenas unos meses después de su regreso definitivo a Argentina, Borges es convocado por Brandán Caraffa, Ricardo Güiraldes y Pablo Rojas Paz —jóvenes poetas que habían pasado por las páginas de Inicial— a fundar una revista “que representara a la nueva generación literaria”. Esa fue la segunda versión de Proa (1924-1926). No la segunda época, pues además de una plantilla diferente de editores, su naturaleza ya no estaba sustentada en la idea desesperada de la vanguardia y la renovación de la literatura. En su primer editorial se jactan de la ausencia de un programa estético y de perseguir una cohesión de la juventud letrada en defensa de su autonomía intelectual. También agradecen a Oliverio Girondo por ser el “precursor del intercambio intelectual con otros centros de cultura en Latinoamérica”. Lo más importante, con respecto a Borges, de este no-programa, es que se comienza a hablar en pretérito del ultraísmo. Esta Proa tendría mucha mayor variedad de lecturas —y lectores— en sus publicaciones. En una nota a la mitad del primer número se indica la incorporación a la redacción de Luis Emilio Soto, Roberto Cugini, Raúl González Muñón y D. Salguero Dela-Hanty. Claramente se amplía el horizonte de escritores nacionales, pero también extranjeros, desde el francés Valéry Larbaud (gran admirador de la revista) hasta el mexicano Xavier Villaurrutia. Cabría mencionar la asidua participación de Roberto Arlt. Su diseño es mucho más agradable y elegante que la anterior Proa y sus ediciones promedian más de cincuenta páginas. Publicada entre agosto de 1924 y enero de 1926, deja 15 números que dan cuenta del ímpetu juvenil pero maduro de muchos escritores que llegarían a ser conocidos en toda Latinoamérica.

Martín Fierro. Periódico quincenal de arte y crítica libre aparece en febrero de 1924. Es la segunda época de la empresa iniciada por Samuel Glusberg y Evar Méndez en 1919. Se presenta como un órgano juvenil en defensa de los valores de José Hernández. Se entiende que buscan exaltar una literatura “criolla” de alto nivel y con un sentido satírico. Hay que decir que era un grupo politizado desde el inicio. En la contratapa se publica un mensaje que dice: “Si Vd. cree que los senadores y diputados son personas útiles a la Nación, no lea MARTÍN FIERRO / Si Vd. juzga que a Lugones se le debe contestar con insultos, no lea MARTÍN FIERRO.” Oliverio Girondo publicó en el número 4 un “Manifiesto” en el que está clara la idea que ostentarían siempre de repudio a lo establecido y el deseo de saberse una novedad. A partir de entonces Girondo integra un consejo de dirección formado por él mismo, Sergio Piñero, Alberto Prebisch y Eduardo J. Bullrich, que permanecería hasta el número 35. Después del manifiesto de Girondo, Borges se ve atraído y llega a formar parte fundamental del grupo, así como Ricardo Güiraldes, Norah Lange, Xul Solar, Eduardo Mallea, Macedonio Fernández y los hermanos González Tuñón. Por esas fechas Borges dirige, en colaboración, Proa. En su autobiografía confesó estar arrepentido de haber formado parte del grupo de Martín Fierro, y que llegó al hartazgo después de una polémica conocida como Florida vs. Boedo, en la que se segmentaban dos grupos asociados a las calles que llevaban ese nombre en Buenos Aires de distinta naturaleza socio-económica. De 1924 a 1927, Martín Fierro publicó quincenalmente 45 números. Se cree que su cierre se debió a dificultades económicas, o bien a diferencias políticas y la negativa de Evar Méndez —quien retomó la dirección en el número 35—a politizar más la revista. Para entonces, Borges dirigía el Comité de Jóvenes Intelectuales Yirigoyenistas, en campaña por un segundo término presidencial de Hipólito Yrigoyen.

“Ese período de 1921 a 1930 —nos dice Borges— fue de gran actividad, aunque buena parte de esa actividad fue quizá imprudente y hasta inútil. Escribí y publiqué nada menos que siete libros: cuatro de ensayos y tres de poemas. También fundé tres revistas y escribí con regularidad para una docena de publicaciones periódicas, entre ellas La Prensa, Nosotros, Inicial, Criterio y Síntesis.” No es necesario explicar por qué Borges eliminó de esta reflexión a las revistas ultraístas y al Martín Fierro. Desafortunadamente, no me fue posible encontrar los archivos de La Prensa, Criterio y Síntesis. Lo que se sabe es que en estas publicaciones su producción fue mayormente de ensayo y crítica, quizás justificando un punto de inflexión que lo llevó del ímpetu un tanto individualista, modernista y poético a la reflexión sobre su entorno, las redes de sus colegas y amigos, que le significaría una posición desde la cual pudo atestiguar el desarrollo de la literatura en la primera mitad del siglo XX.

 

(1930-1945). Entre Sur y Destiempo

Si alguna vez hubo en Borges una esperanza con respecto a la política argentina, es en este periodo cuando empieza a desvanecerse, debido al golpe de estado a Yirigoyen que da inicio a la llamada “Década infame”. En 1930 publica en libro una suerte de biografía-ensayo-crítico sobre la vida de Evaristo Carriego, un poeta bonaerense del siglo XIX poco reconocido, al que Borges admira por su extraordinaria visión del medio suburbano. No publica casi nada en revistas. En el último par de años ha escuchado a Victoria Ocampo organizar la publicación de una revista, Sur, que ahora ocupa toda su atención. La historia de Sur es muy conocida y apunto aquí algunos datos esenciales, que debo al estudio que sobre la revista hizo John King. Sur empieza a publicarse en 1931, dirigida y financiada por Ocampo en calidad de aristócrata defensora del buen gusto. Waldo Frank y José Ortega y Gasset —amigos de Ocampo— son señalados en cierta medida como autores intelectuales de un proyecto que ambicionaba emular los hábitos de la cultura europea en Argentina. Al principio, el grupo de Sur estuvo conformado por Victoria Ocampo y su hermana Silvina, Adolfo Bioy Casares, María Rosa Oliver, Eduardo Bullrich, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea, Jorge Luis Borges y su hermana Norah, Eduardo González Lanuza, Leopoldo Marechal, Raimundo Lida, entre otros que se irían añadiendo más tarde. Cualquiera que conozca al menos de oídas la revista sabe que su historia es inherente a la vida de Borges, y viceversa. Los primeros números superaban el centenar de páginas e incluían fotos. Borges criticó con ironía ese aspecto de la revista y Ocampo defendió su idea, pero a partir del número 5 las fotografías desaparecieron. Este hecho aparentemente superficial da cuenta de la influencia que tuvo Borges en la redacción de Sur desde el inicio, aunque sus textos no fueran los más populares ni los más resaltados en las primeras ediciones. A partir de 1938, con el nombramiento de José Bianco como jefe de redacción, el programa se vuelve más sólido. Esta fecha coincide con el retorno prolífico de Borges, después de un accidente que casi le cuesta la vida. Sur se publicó trimestralmente (1931-1935); mensualmente (1935-1951); bimestralmente (1953-1970) y finalmente, sin la mayoría de sus redactores originales, se realizarían ediciones facsímiles o memoriales semestrales (1970-1992). Aunque suene banal, la época que comprenden estos años fue para Borges la de una búsqueda de plataformas. En esta revista pudo publicar sus primeros cuentos, pero sobre todo formó lazos de amistad que lo acompañarían toda su vida. El mayor ejemplo es Adolfo Bioy Casares.

Durante la “década infame”, Natalio F. Botana dirigió un periódico de oposición llamado Crítica, que desde luego gozó de popularidad entre los argentinos que estaban en contra de la dictadura militar. En 1933 le pide a Ulyses Petit de Murat que dirija un suplemento cultural que saldría los sábados, y éste acude a Borges para que entre los dos dirijan tal empresa. Así nace la Revista Multicolor de los Sábados, que tendrá una vida efímera pero sorprendente por su calidad y diseño llamativo. En Multicolor, Borges escribe crítica de libros y traducciones, pero lo más importante es que comienza a experimentar con la narración. De aquí salen los textos de Historia universal de la infamia, que el mismo autor considera como el verdadero comienzo de su carrera de cuentista. La revista publicó 61 números semanalmente de 1933 a 1934, cerró actividades sobre todo porque Borges renunció a su puesto de director literario y se puso a buscar un trabajo que –suponemos– le permitiera sobrellevar las necesidades domésticas.

 

Ulyses Petit de Murat era amigo de un periodista de nombre León Bouché, quien invitó a Borges en 1935 a colaborar quincenalmente en la revista El Hogar. Esta publicación fue, como su nombre lo indica, doméstica, dirigida principalmente a amas de casa y a personas en busca de un pasatiempo. Su director fue un inglés llamado Alberto M. Haynes, quien fundó la editorial Haynes en 1904 y mantuvo varias publicaciones de corte similar a El Hogar hasta su cierre en 1960. Aunque no es recordada por sus aportes a la literatura, hay registro de que por su redacción pasaron notables autores como Roberto Arlt y Ernesto Sábato. Para Borges representó un vehículo afín, pues se encargaba de una sección de libros y autores extranjeros. Esta sección duró de 1936 a 1939, aunque se sabe que Borges colaboró en El Hogar hasta 1958, poco antes de que la editorial cerrara por problemas económicos.

Habiendo formado un lazo de amistad más que entrañable con Bioy Casares, en 1936 ambos lanzan una publicación editorial a la que llamarían Destiempo. “El título indicaba nuestro deseo por sustraernos a las supersticiones de la época” escribe Bioy en sus diarios. La selección de textos es arbitraria como podía esperarse, aparecen los textos de los amigos de antaño, pero destaca una sección intitulada “Museo”, en la que se traducen y publican a escritores clásicos. “Si se me permite una afirmación tajante diría que Bioy me fue llevando poco a poco al clasicismo”, dice Borges. La revista publicaría sólo 3 números con periodicidad irregular. Sin embargo, quedaron de ella muchas memorias para los dos amigos, que asistían a la creación de una persona nueva: Honorio Bustos-Domecq, el ya famoso seudónimo con el que publicarían durante varios años. A partir de esta época Borges consigue un trabajo de asistente en una biblioteca municipal, algo que le parece ideal y que le da estabilidad en un ambiente del que saca el mayor provecho. La publicación cesa en 1937. 1938 fue un año difícil para Borges: perdió a su padre en febrero y en diciembre sufrió un accidente terrible que resultó en una septicemia cuyas secuelas lamentaría toda la vida.

 

(1946-1986) Otros derroteros

La última revista a la que quiero referirme es Anales de Buenos Aires (1946-1948). En este punto Borges ya es considerado un mentor. Esta revista es el órgano de difusión de la institución homónima e impulsada por Borges tomando el modelo del Journal de L’Université des Annales, de París. Sus ediciones son hermosas, siempre incluyen un color nuevo de fondo y una ilustración original brindada por los artistas argentinos más reconocidos de la época. En ella publicaron desde viejos conocidos como Xul Solar, Manuel Peyrou y Silvina Ocampo, hasta noveles como Julio Cortázar, Emir Rodríguez Monegal y María Elena Walsh. En Anales se retoma la sección “Museo” que se inauguró en Destiempo, casi siempre desarrollada por alguno de los seudónimos de Borges y Bioy. En total se publicaron 23 números. La época coincide con el acenso al poder de Juan Domingo Perón, fenómeno al que Borges y casi todo su círculo se oponía, y que por lo mismo significó un necesario cambio de rumbo para la vida del escritor.

He decidido limitar la trayectoria de Borges hasta las revistas de 1948, cuando el escritor tiene apenas 49 de los 86 años que viviría, porque me parece que en esta época es cuando las revistas dejan de ser una parte imprescindible de su vida y de su obra (con la clara excepción de Sur). Con suerte el lector interesado podrá confirmar esto, pese a poder encontrar su nombre en un puñado de publicaciones periódicas, sobre todo uruguayas, mexicanas o españolas (Mundo Nuevo, Jaque, Vuelta, Revista de Occidente, El País, por mencionar algunas), y en menor medida en otras que se valían de él más como publicidad que como colaborador. A partir de 1948 Borges descubre que se puede ganar bien la vida dando conferencias sobre literatura inglesa y autores de su devoción. Viaja por toda la República Argentina, después por Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. En 1952 es presidente de la Sociedad Argentina de Escritores. Un año más tarde la editorial Emecé empieza a publicar sus Obras Completas. Cae Perón en 1955 y Borges es nombrado director de la Biblioteca Nacional de Argentina, cuando ya está casi totalmente ciego. El siguiente año se desempeña en un trabajo ideal: profesor de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, en la que labora por más de 20 años. Lo llenan de premios y doctorados honoris causa y lo convierten muy pronto en un autor canónico, en una “leyenda viva”.

 

Referencias

Bioy Casares, A./Martino, D. (2007). Borges. Destino Ediciones.

Borges, J.L./ Di Giovanni, N. (1999) Autobiografía [1899-1971] El Ateneo.

Corral, R. (2006) Un poema de Borges en la revista estridentista ‘Irradiador’ (1923), Hispamérica, XXXV (104), 63-68.

King, J. (1989) Sur: Estudio de la revista argentina y de su papel en el desarrollo de una cultura 1930-1970. Fondo de Cultura Económica.

Pacheco, J.E. (1999) Jorge Luis Borges. Ediciones Era.

Pauls A. (2007) El factor Borges (segunda edición argentina). Anagrama

Piglia, R. (1986) Crítica y Ficción. Anagrama

(s.a.) (2011). Jorge Luis Borges: La biblioteca, símbolo y figura del universo. Siglo XXI Editores.

Walker, C. (2011) Jorge Luis Borges: De Martín Fierro a Sur 1924-1935. Iberoamericana. XI (41) 25-42

Zangara, I./Kodama, M. (1995) Borges en Revista Multicolor: Obras, reseñas y traducciones inéditas de Jorge Luis Borges. Atántida

Zangara, I. (2007): “Primera década del Borges escritor”. En Borges, J.L.: Textos recobrados (1919-1929). Buenos Aires: Emecé, pp. 491-526.

Revistas digitalizadas (enlaces en orden de mención):

Biblioteca Nacional de España (s.f) Grecia [Sevilla]. Hemeroteca Digital. http://hemerotecadigital.bne.es/details.vm?q=id:0005418096&lang=es

—(s.f) Vltra [Madrid]. Hemeroteca Digital. http://hemerotecadigital.bne.es/details.vm?lang=es&q=id:0003796070

— (s.f) Cosmópolis [Madrid.1919]. Hemeroteca Digital. http://hemerotecadigital.bne.es/details.vm?lang=es&q=id:0003663367

Saítta, S. Prisma. (s.f.) AHIRA. [Archivo Histórico de Revistas Argentinas]. https://ahira.com.ar/revistas/prisma/

García, C. Proa. Revista de Renovación Literaria. (s.f.) AHIRA [Archivo Histórico de Revistas Argentinas]. https://ahira.com.ar/revistas/proa-revista-de-renovacion-literaria/

Martínez I. Proa. Segunda Época. (s.f.) AHIRA [Archivo Histórico de Revistas Argentinas]. https://ahira.com.ar/revistas/proa/

Greco, M. Martín Fierro. (s.f.) [Archivo Histórico de Revistas Argentinas]. https://ahira.com.ar/revistas/martin-fierro/page/4/

Hernaiz, S. Destiempo. (s.f.) [Archivo Histórico de Revistas Argentinas]. https://ahira.com.ar/revistas/destiempo/

Blanco, M. Los Anales de Buenos Aires. (s.f.) [Archivo Histórico de Revistas Argentinas]. https://ahira.com.ar/revistas/los-anales-de-buenos-aires/page/2/

Sebastián Navarrete (Oaxaca, 1998). Licenciado en Comunicación Social, escritor y co-productor de Nada en el Cuásar (IG @nadaenelcuasar), programa experimental de música y narrativa en Radio Nopal. Es editor general del proyecto Péndola. Redes y Revistas Iberoamericanas. Twitter: @sebasene.

 

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Posted: June 5, 2022 at 2:50 pm

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