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Su novela sueños lúcidos han sido

Su novela sueños lúcidos han sido

Ana Clavel

La literatura iberoamericana está de fiesta aunque muchos lectores no lo sepan. ¿El acontecimiento? La nueva novela de Álvaro Enrigue: Tu sueño imperios han sido, publicada por Anagrama en octubre pasado. Si ya en propuestas anteriores como la asombrosa Muerte súbita (2013) Enrigue nos develó un continente inexplorado de imaginación barroca, en su nuevo libro apuesta todo a la reinvención del mundo a través de las potencias subversivas del sueño. A continuación cinco razones para considerar esta obra un acontecimiento literario fuera de serie:

  1. Una estructura osada

¿A quién le cabe duda de que el encuentro de Moctezuma y Cortés en la antigua Tenoxtitlan fue un momento axial de la civilización occidental? La nueva entrega de Enrigue recrea el 8 de noviembre de 1519, día en que las huestes españolas penetraron en la ciudadela mexica con la venia del emperador azteca. Un solo día es el tiempo lineal y acotado de la novela que le basta al narrador para darle la vuelta a la historia convencional y convertir la ficción en un oráculo donde se precipitarán otros tiempos narrativos: la Colonia con una monja que era pura luz, el bate López Velarde con su Suave Patria, los caudillos oaxaqueños Juárez y Díaz, Eufemio Zapata, el propio Enrigue escritor, y usted y yo, lectores, que nos creímos la realidad cotidiana y a la mejor sólo somos parte de un sueño alucinante… Dividida en cuatro partes (“Antes de la siesta”, “La siesta de Moctezuma”, “La tarde” y “El sueño de Cortés”), la acción trascurre en unas pocas horas que concentran y proyectan la novela como un Aleph de apariciones y revelaciones, un crisol donde convergen pasado histórico y futuro de la creación en una apuesta metaficcional envolvente y total (como cuando Moctezuma atisba en un cuenco de sangre sacrificial la imagen desconcertante del propio Enrigue escribiendo la novela en la que él es protagonista).

  1. La irreverencia del enfoque

Con un estilo irreverente, que incluye giros de lenguaje desparpajado y coloquial, se nos revela el acontecer de los personajes más allá de la imagen oficial. Surge así un Moctezuma harto de la maquinaria de poder pero que igualmente hace uso y abuso de su autoridad de vida y muerte, mientras consume en toda ocasión hongos alucinógenos para aligerar la pesada carga del imperio que lleva sobre sus hombros. Cortés es un bravucón con labia y mucha suerte, que cuando no convence con artimañas todo lo resuelve con matanzas y traiciones. Y eso sí, yanta, caga, mea, como cualquier vecino, y fornica y sodomiza para darse valor. Malinalli o Malinche –traductora y manceba de Hernando–  y la princesa Atotoxtli –hermana y esposa de Moctezuma– son dos comparsas que se dejan utilizar con la inteligencia luciferina de los sobrevivientes: dóciles, serviciales, aguardan el momento oportuno para devolver golpes y vejaciones. Y alrededor de ellos y ellas, un consejero cihuacóatl preocupado porque en el colegio no aprendió bien las lecciones de la hormiga en La leyenda de los soles, un fiero general mexica de escasos años trastornado por la visión de un mestizo del futuro que lo llama “joven abuelo”, un capellán y traductor que sólo conserva de España el habla y el color de piel porque se ha salvajizado entre tanto aborigen y servidumbre, un capitán Jazmín Caldera que para que funcione esta novela –nos aclara el propio narrador en una función metaliteraria– ha de ser letrado y muy lector del Amadís y del Orlando furioso, como también un espíritu libre capaz de apreciar sin prejuicios la efervescencia de este mundo nuevo que se planta ante sus narices, un “chamán de emociones” que cual psiquiatra moderno suministra alucinógenos como medicinas o pan caliente, unos sacerdotes del panteón azteca tan feroces como supersticiosos, unos soldados españoles más brutos y paletos que los caballos que montan.

  1. La mirada visionaria del cronista

A través de una imaginación portentosa, derivada en parte de la información historiográfica recabada (mapas, códices, obras canónicas y nuevas versiones), el autor nos brinda un holograma vital de la sede del imperio azteca, en el que los sentidos todos se ven involucrados: las comilonas con platillos exquisitos y extravagantes al gusto europeo, los olores terribles de los sacerdotes de Xipe y Tezcatlipoca con la sangre sacrificial adherida a sus vestimentas y la pestilencia de los no muy higiénicos soldados españoles, los sonidos del Tzompantli mayor en el que cascabelean miles de cráneos secándose al sol, la variedad de formas vegetales, animales y humanas del mercado de Tlatelolco… Lo mismo que el plano tridimensional de la ciudad con sus casas señoriales de albercas cuajadas de flores y pasadizos innumerables como los ojos que siempre vigilan tras las paredes, sus puentes levadizos que la protegen como un capullo en el centro del lago de Texcoco. Una urbe imponente y grandiosa con construcciones soberbias sobre una plaza de loza encalada y brillante como no la tuvieran ni San Marcos ni Roma, asentada sobre otra  ciudad subterránea y demencial que comunica los templos y palacios, y por donde circulan lo mismo el emperador, que sus guerreros águilas o el chamán de emociones… En fin, un triunfo del diseño que hubiera sido la admiración del mismísimo Buonarroti. Y todo ello recreado ante nuestros ojos de viajeros del tiempo que por fin pueden contemplar ese sueño de la imaginación concebido por cronistas y escritores como la afamada “región más transparente del aire”.

  1. El humor como estrategia desestabilizadora

La osadía e irreverencia de esta propuesta singular echa mano del humor como potencia desestabilizadora. No sólo porque incluye versiones descabelladas pero verosímiles (como la loca obsesión del monarca azteca por apoderarse de los caballos de los conquistadores y así cumplir el anhelo de pasearse frente a propios y extraños e imponerles su imperial desenfado, verdadera sinrazón para que permita contra toda lógica la llegada de las huestes españolas a la ciudadela mexica), sino porque introduce un vuelco delirante y antisolemne para descolocar de su pedestal a la Historia con mayúscula y decirle que se baje y le baje a sus tacos, que nada es para tanto pues hay tantos futuros posibles como jardines alucinados de senderos que se bifurcan. Un momento destornillante y decididamente genial es el episodio en que Moctezuma y Cortés dialogan en xiehko (griego), gracias a la acción alucinógena de la biznaga de lenguas, sin necesidad de los traductores. Otra escena fuera de serie es cuando, un poco antes, el emperador azteca tras echarse su dosis mañanera de hongos Pajaritos y Derrumbes, acude con el sacerdote de Huitzilopochtli para consultarlo sobre si debe atacar ya a los españoles. Así en pleno “viaje”:

“Donde había plastas de sangre [Moctezuma] veía ramos de flores. Los dedos secos de las manos de los grandes guerreros sacrificados durante los festivales del año se movían gentilmente, como las ramas de unos arbolitos en la brisa, al ritmo de una música que no podía identificar, aunque en un futuro posible nosotros sí la hubiéramos reconocido. Era «Monolith», de T. Rex.

El sacerdote también estaba hasta las orejas de lo que fuera que tomara para cumplir sus diligencias en el templo, así que apuntó con el oído mágico y escuchó la voz, tan cachonda, de Marc Bolan. Sonrió. Esa está buena, le dijo. Moctezuma siguió el ritmo con las caderas. Nunca la había escuchado, respondió, pero me gusta. Pegó los codos al cuerpo y meneó el culo agitando la cabeza cadenciosamente de un lado a otro, transido de placer. El sacerdote, siguiendo el ritmo con sus propias nalgas –tenía como ochenta años, pero en hongos era un jaguar–, dijo: Estaba pensando en ti, fíjate; mira esto. Alzó cuidadosamente la palangana de barro en la que todavía no se terminaba de cuajar la sangre de las palomas que había sacrificado después de la siesta –sus cadáveres bailando «Monolith» sensualmente en torno suyo– y le enseñó la imagen que se conformaba en ella. Moctezuma tardó en centrarla porque venía de muy lejos. Cuando la vio bien definida, no pudo entender: Era yo escribiendo esta novela en un jardín de Shelter Island. Uy, dijo, qué raro, y le dio risa. Preguntó: Eso  va a pasar si espero al año nuevo o si no lo espero. El sacerdote se alzó de hombros. El calendario dice que esperes, pero el calendario anda fallando últimamente; deja, le pregunto al mero mero. Caminó contoneándose al rito de la música interior del emperador, hasta la escultura gigante de Huitzilopochtli que gobernaba el recinto”. (p. 188)

  1. El poder subversivo de los sueños

El papel del sueño como reescritura en espiral del destino es francamente una provocación inquietante en esta apuesta total de Enrigue, como cuando en clara alusión al Grafógrafo de Elizondo, el narrador coloca a Cortés viéndose soñar: “Entonces se levantó del suelo y se vio soñando. Se rascó la cabeza. Soñaba que soñaba. Mentalmente se veía soñar que soñaba y también viéndose que soñaba” (p.217). Aunque lo trascendente y revelador sea aquí lo que sucedió al despertar –o más propiamente, al soñar que despertaba… Como sea, suponer que lo acontecido y registrado en los libros de la historia oficial es en realidad la fantasmagoría de un sueño, y que la crónica verdadera de la conquista fue muy otra, es habitar el universo de un sueño lúcido y subversivo donde los límites de lo real y lo posible se entrecruzan de manera lúdica y azarosa. Obra-aleph que es un viaje en clave onírica y funda sus imperios en la imaginación, parece recordarnos las lecciones de un soñador consumado: que toda la vida es sueño, y los sueños, novelas son… ¿o cómo era?

Ana V. Clavel es escritora e investigadora. Ha obtenido diversos reconocimientos como el Premio Nacional de Cuento Gilberto Owen 1991 por su obra Amorosos de Atar y el Premio de Novela Corta Juan Rulfo 2005 de Radio Francia Internacional, por su obra Las violetas son flores del deseo (2007).  Es autora de Territorio Lolita, Ensayo sobre las ninfas (2017), El amor es hambre (2015), El dibujante de sombras (2009) y Las ninfas a veces sonríen (2013), entre otros. Su Twitter es @anaclavel99

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Posted: February 8, 2023 at 10:01 pm

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