VIAJE A ITALIA Y OTROS POEMAS
David Noria
Viaje a Italia
Casco viejo de Milán
……me pregunto de qué sirvo.
No para levantar catedrales y palacios
……proyectar castillos ni fuentes,
álgebra de los sabios arquitectos
……que ponen calle a nuestros pasos
techo a nuestra indigencia
……descanso a los ojos.
Me pregunto de qué sirvo.
……No para pintar ni esculpir.
Otros han plasmado ya la luz viva en la pupila,
……la piedad en el rostro extenuado,
el pliegue de lino en el mármol,
……el beso secreto,
una espina en la pata del león,
…..la alegoría de los ciclos.
Jardín botánico después del rocío
…….el murmullo del agua con su néctar presuroso
atrae a la colmena de hojas a la fuente
……y ya el árbol se suelta el cabello.
O a ejemplo de la lluvia caen también las altas flores
……pero no como gotas
sino en lento rocío de la seda,
……cascada perezosa de las fibras.
Y porque no han de volver a la copa
……se despiden de ella flotando un momento
agitando la palma abierta del aire
……como si fueran un pañuelo.
Alguien ha dispuesto la frescura y los aromas
……de las ramas y los follajes
en este verde laberinto del sosiego.
……Y ha hecho un bien incalculable
y el sábado descansó y tomó un café en la plaza del Duomo
……el jardinero.
Yo, que no sé de cosechar ni de tierra,
…..que no conozco de farmacopea.
¿A quién debo agradecer por la palabra scusi,
……por la palabra prego y a quién debo agradecer las gracias?
Porque cuando digo grazie
……los ojos que me miran se iluminan.
Yo, que no sé inventar palabras,
……que las encuentro todas hechas,
talismanes cargados, llaves,
……monedas gratuitas.
Puedo recogerlas del aire
..…hacerme rico
nadie es avaro de palabras.
……Hay quienes llevamos sacos enteros de ellas en la espalda
recogidas como se arranca la manzana al estirar
……en los tiempos mejores de la estirpe
la mano desnuda en el huerto.
…………………Milán, 23 de junio de 2021
La noche
Piensa en la ciudad más iluminada que conozcas
Tokio, Milán, Alejandría.
El hombre tenía miedo de la noche
por eso inventó las ciudades
para resguardarse con cemento y vidrio.
La noche es terrible porque seduce
lleva brillos en su torso, va descalza
no tiene edad, ni nombre, ni límite
es una extranjera mirándote en silencio.
El hombre se sentía atraído por la noche
por eso irguió edificios, obeliscos, antenas,
monumentos, rascacielos, pirámides, columnas.
Piensa en la ciudad más iluminada que conozcas
la noche se regocija con los brazos extendidos
llueve a veces.
Desde el principio la fogata era una invitación
llamado precario y febril que ningún viento ha apagado
y la electricidad es otro modo de decir te necesito.
Primeriza ciudad y siempre joven
la noche a la que anhelas es eterna.
–A medida que los meses pasan
ella se vuelve impaciente, voraz
llega cada día más temprano
pelo suelto, ojeras, en su torso brillos
y horas de horas de horas después
al sentir el cansancio, se levanta
recoge su ropa negra y parte.
Tokio, Milán y Alejandría
la volverán a ver más tarde.
Destino
¿Acaso no soy impermeable al verdadero espectáculo
que toma forma en este instante?
Lévi-Strauss
Quien sobre el azul impoluto
y amplio del mediodía
ha contemplado la evolución de una nube
ofrecida de golpe
–ya formada–
a nuestros ojos
siempre elástica
centrífuga
sometida a las corrientes del viento
cuya ley jamás conoceremos
(su aliento sopla donde quiere)
Quien ha contemplado
el necesario desmembrarse de la nube
que es también la formación de otros momentos
jirones que extienden la palma y se despiden luego
hebra revuelta de un tejido agreste
Quien a pesar del silencio que las alturas fingen
ha imaginado el bullicio atronador
de la turbina insidiosa del aire al penetrar la nube
inflamándola, empujándola, rompiéndola
(bullicio de las plazas, de los puertos, los mercados,
las asambleas, los motines)
Quien, por fin, ha seguido las lejanas
derivaciones de esa nube al dispersarse,
hacerse finas y de un momento a otro
—objeto indiferente desde aquí abajo—
desaparecer, parar en nada
Ése, en unos pocos segundos apenas,
ha visto el compendio de la historia verdadera
el registro fehaciente del destino
de toda sociedad
de todas las lenguas y costumbres
del parentesco y las generaciones
del individuo
el único individuo que ha existido
la nube.
Terra nova
Nuestro mundo acaba de encontrarse con otro.
Montaigne
Pretendo seguir haciendo versos
mientras camino distraído o cuando estoy recostado en soledad.
De las bibliotecas no me preocupo,
donde yo estoy aparecen libros como crecen las uñas o el cabello.
Si tengo a mi disposición una lámpara y una mesa, estoy contento,
pero si hablo con un buen amigo soy feliz.
Mis proyectos no son tantos.
Compartir mi palabra con quien me ofrezca un vaso lleno de pausa.
Me ha costado la vida esta palabra,
es lo más íntimo que tengo.
Está nutrida de mi tierra:
alto valle mexicano, sereno en su inmensidad,
espinazo insondable de Mesoamérica con ciudades de concreto,
tezontle: sangre amasada bajo el molino del sol;
furor del retablo manierista, madera podrida bajo lámina de oro.
Mi palabra está nutrida de este tiempo y de otros tiempos,
pozos donde aprendemos a beber la resignación comprometida:
el amoroso desapego en favor de las edades largas.
Qué cortas nuestras cuitas, qué fugaz nuestra alegría
porque descubierto el estaño y el alfabeto, lo demás es literatura.
Sueño con visitar costas de olivar y cedros
para recorrer en diez días cien conquistas del pensamiento
y alguna mañana descubrirme de regreso en Veracruz,
allí mis ojos recogerán lo que les pertenece en tributo de colores.
Como buen escolar me aprenderé Francia de memoria
–¡hermana mayor de mis veinte repúblicas!–
para llevar en el pecho su decoro.
Escribir en buena prosa, recitar algún discurso,
susurrar a tu oído aquella estrofa de Rubén Darío.
Y quiero cultivar las amistades
porque son partes de mí mismo
que andan desperdigadas por los cuatro vientos.
Que en mi casa no falten nunca la música ni los instrumentos musicales
y en mi mesa de trabajo le arrancaré un fruto al huerto de lo posible
y partiré ese fruto en pedazos y esos pedazos serán frases apenas.
–Todo suena plausible
pero en estos últimos meses me ha nacido otro propósito
como brota una planta en la ventana
cuyas decididas raíces
horadan los obstáculos en su travesía hacia el agua.
Su talle es un trópico feliz, despreocupado.
La casa se me hizo invernadero,
jardín botánico para que un Humboldt lo describa.
A veces, como en esta noche, me sofoca.
Luce bien en mi ventana.
Soy feliz de que me ahogue, afuera el invierno ha sido crudo.
Acaso a ella le ofreceré lo que he recolectado con paciencia,
mi gabinete de curiosidades.
Tiene algo de azafrán, algo de lirio elevado sobre los peñascos de Provenza
o faro rojo que promete las costas de Marsella al marinero.
Y es que bien visto, no tenemos poco que ofrecernos:
cada quien un hemisferio que conforme al mundo.
Aix-en-Provence
Invierno
Nevó toda la noche
un gran vidrio se rompió sobre el jardín
lo barre el sol.
Parvada
Sobre el esqueleto negro de los árboles
el follaje canta.
Hormigas
Las ondas de agua
desfilando por el estrecho canal
llevan a cuestas ramitas de luz.
Arquetipo
En aquella escuela alternativa
los niños escogían los materiales y los temas
con que querían trabajar
ábaco, mapamundi, probetas y demás nombres curiosos.
Alrededor del mediodía
recogíamos los cuadernos para poner la mesa
manteles, cubiertos, modales
sociedad en miniatura de señoritos y señoritas.
Tú fuiste la primera chica a la que invité a comer.
Aceptaste sonrojada y nerviosa
porque yo también era el primero que te invitaba.
La maestra, tal vez sorprendida, me ayudó a limpiar mi mesa
y te puso una silla delante de mí.
Merendamos en silencio.
La experiencia se repitió algunas veces,
por un tiempo se hizo costumbre.
No recuerdo tu nombre
pero sé que soñaba con ese nombre
y me lo llevaba a la casa después de las clases
y lo paseaba en el carro los fines de semana
y los lunes, al verte, lo repetía para mí.
Pero recuerdo bien tus brazos
porque nunca he visto otros tan pálidos:
se veían tus venas azules,
ramas transparentes de una savia inmóvil.
Tu pelo castaño y finísimo, tu frente amplia, tus labios resecos
toda tú menuda, delicada, discreta.
Pero lo que más me atraía de ti era tu olor.
Hoy no lo recuerdo ni sabría compararlo con nada
porque sólo te ha pertenecido a ti.
Pero sé que si hoy pasaras a mi lado, por él te reconocería.
En mi mesa de trabajo
–los niños escogían los materiales–
hubo siempre ejercicios de gramática y de geografía.
Siguiendo el modelo epistolar
fechaba cartas sin fin en México, Distrito Federal, a tal día de tal mes del 2002.
Otras veces, con regla y lápiz, dibujaba la rosa de los vientos
cuya simetría me causaba satisfacción.
En esa mesa
–entre las palabras y los destinos–
te sentaste un día
y jamás te has levantado.
De recordar tu nombre
lo pondría como destinatario de esta carta.
Si no hubiera perdido la rosa de los vientos
te buscaría entre sus puntas.
Hoy me doy cuenta
de que todas mis mesas son la misma.
David Noria (Ciudad de México, 1993) es escritor, poeta y traductor. Autor de Nuestra lengua. Ensayo sobre la historia del español (Academia Mexicana de la Lengua-UNAM, 2021). Profesor en la Facultad de Letras de la Universidad Aix-Marsella, Francia.
Posted: July 27, 2021 at 10:00 pm