Essay
La emergencia creativa

La emergencia creativa

Jesús Ramírez-Bermúdez

Las transformaciones históricas de la colectividad implican cambios inevitables en la experiencia humana; estos cambios pueden ser dolorosos, porque son el resultado de presiones demográficas, migraciones masivas, conflictos armados o políticos, catástrofes económicas, epidemias, desastres naturales… la imaginación artística es útil en tales circunstancias, porque detecta patrones emergentes de dolor social, y transmuta esa información mediante la creación de imágenes, metáforas y narraciones que codifican los sentimientos conflictivos; al hacerlos comunicables, los disponen para el aparato de interpretación colectivo. Así contribuyen a formar una cultura crítica. También pueden generar cohesión social entre la desgracia.

Tal y como lo hizo Italo Calvino en Si una noche de invierno un viajero, los libros han sido un refugio para mí cuando la estupidez, propia o ajena, fractura mi confianza en las sociedades humanas. En este momento leo El cuaderno dorado, de Doris Lessing. Mi curiosidad por esta obra proviene de una plática casual: una lectora a quien respeto me dijo una vez que la novela revela asuntos que no deberían haber sido revelados. No me dio más explicaciones. Pero la curiosidad interpersonal es un elemento básico de mi vocación clínica. Busqué el libro y lo leo sin prisas, como se regresa a una amistad a la que visitas para volver a las conversaciones pendientes. El cuaderno dorado significa una inmersión en una forma de subjetividad que explora las vertientes prácticas de la autonomía y que se encuentra en una tensión creativa permanente. Desde mi perspectiva, la narración nos muestra las transformaciones de la conciencia durante periodos de crisis personal y social, cuando nuestros esquemas de organización y entendimiento son arrastrados por una turbulencia colectiva.

Durante la pandemia viral, la enfermedad, el aislamiento y la incertidumbre de enormes masas humanas han provocado una fractura en nuestros pactos colectivos, en las rutinas diarias, y en el tejido cultural que subyace a nuestro modo de vida. En este escenario, las experiencias literarias nos ayudan a rehacer las constelaciones del sentido vital.

Mi formación como científico en el campo de la neurociencia clínica me ha provocado un gran interés por el estudio de la emergencia creativa, que no se restringe al fenómeno literario, pero mi incultura en otras ramas del arte me permite guardar silencio en torno a los procesos coreográficos, plásticos, arquitectónicos. Por eso me detengo a pensar en la emergencia de la literatura.

Las neurociencias nos dan una perspectiva renovada de la experiencia literaria. La literatura combina, analiza y sintetiza datos de múltiples fuentes: usa la información neural para transformarla en cultura, y transforma la cultura en información neural. Si la incubación creativa se gesta mediante una organización inconsciente de la memoria y la formación de asociaciones remotas, el acto de la escritura implica el trabajo de la conciencia. Al escribir sucede un juego de selección y ordenamiento de las formas y los significados. Y durante la inscripción verbal, ocurre un proceso que todavía no entendemos del todo, conocido como integración transmodal. Con esto me refiero a la síntesis neural de dos o más modalidades de información: los impulsos eléctricos y químicos que provienen de los órganos de los sentidos (la vista, el tacto, el oído, los sentidos químicos, el sistema vestibular) se integran para construir una inteligencia semántica. 1 Esto genera formas de conocimiento estrictamente humanas, como el pensamiento abstracto, la inteligencia metafórica, la metacognición, la capacidad reflexiva. Y aparece una ganancia: la flexibilidad cognitiva, que ayuda a desmantelar estereotipos y a desautomatizar el lenguaje.

Durante el acto de la escritura creativa, la memoria de trabajo mantiene disponible el edificio virtual de una trama con todas sus imágenes, sus conceptos y significados emocionales. Esto puede editarse o someterse a un análisis desde perspectivas múltiples: la visualidad, la sonoridad, la dimensión temporal, las relaciones espaciales y los mapas semánticos: cada aspecto de la creación requiere procesos especializados, pero la operación consciente implica una integración, que depende de la conectividad neural. A partir de la tesis de Changeux y Dehaene acerca de un espacio global de trabajo neuronal, 2 podemos sugerir una hipótesis: la actividad consciente de la escritura creativa requiere la integración de cinco elementos: el conocimiento del presente (a través de los sistemas sensitivos y motores), el resurgimiento del pasado (a través de la memoria), el diseño y la planeación del futuro, la asignación de valor mediante procesos afectivos, y la modulación atencional, que nos permite discriminar entre las señales relevantes y el ruido informativo.

En la operación creativa detectamos información sobresaliente en el medio externo, o en el campo subjetivo de la experiencia privada. 3 Y entonces el estado corporal cambia, porque el sistema nervioso autónomo y el sistema endócrino transmiten mensajes químicos a todo el cuerpo. Hay modificaciones en la piel, los músculos, los órganos internos. Nuestro cerebro visceral registra esas variaciones de la fisiología corporal, y las pone en correspondencia con otras fuentes de información. Esto nos permite interpretar el significado contextual de las variaciones orgánicas. 4 Las vías interoceptivas nos informan cómo nos sentimos, cómo reacciona nuestro cuerpo frente al entorno, y según la tesis de Damasio, la interocepción es la matriz de donde surge el sentido de presencia que está implícito en la perspectiva en primera persona: es decir, el sentimiento de que soy yo quien mira, escucha, piensa, camina, escribe.

Escribo con el cuerpo entero: las manos ejecutan la acción motora, el sistema nervioso codifica y ordena esos actos, pero el cuerpo en su totalidad -a través de los sentidos, los músculos, la piel y las vísceras- provee datos de relevancia crítica en la formación de intenciones y motivos literarios, y confiere una dimensión personal a la obra. La paradoja es que, mediante el mapeo de los estados corporales, no me centro tan solo en la interioridad, porque el cuerpo me vincula con el mundo: nuestro cuerpo físico, recalcitrante -que no desaparece mediante decretos filosóficos o fantasías informáticas- nos conecta con las contingencias irreductibles del entorno. Y nos enlaza con un mundo intersubjetivo, simbólico y ecológico.

El proceso creativo sería irrelevante sin la disposición receptiva de los lectores; la recreación estética de la lectura da sentido a la comunicación literaria. Es como si las significaciones estereotipadas se desintegraran para dar paso a la formación de nuevas constelaciones de conceptos, ligados en forma intrínseca a la vivencia afectiva del cuerpo. La conciencia se abre al pensamiento ajeno para permitirle que reconfigure las estructuras intelectuales -mediante signos lingüísticos- a pesar de las fronteras extraordinarias del espacio y el tiempo.

 

REFERENCIAS

  1. Mesulam MM. From sensation to cognition. Brain. 1998;121(6):1013-1052. doi:10.1093/brain/121.6.1013
  2. Dehaene S, Changeux JP. Neural mechanisms for access to consciousness. Cogn Neurosci. 2004;3:1145-1158.
  3. Beaty RE, Kenett YN, Christensen AP, et al. Robust prediction of individual creative ability from brain functional connectivity. Proc Natl Acad Sci. 2018:201713532. doi:10.1073/pnas.1713532115
  4. Uddin L. Salience processing and insular cortical function and dysfunction. Nat Rev Neurosci. 2015;16(1):55-61. http://www.nature.com/nrn/%5Cnhttp://ovidsp.ovid.com/ovidweb.cgi?T=JS&PAGE=reference&D=emed13&NEWS=N&AN=2014936808.

 

*Imagen de Manuel P. Báñez

Jesús Ramírez-Bermúdez. Médico especialista en neuropsiquiatría. Es Doctor en Ciencias por la UNAM. Pertenece al SNI CONACyT. Ha publicado más de 100 trabajos científicos en el campo de las neurociencias clínicas, con reconocimientos en Australia (International Neuropsychiatric Association, 2006) y Estados Unidos (International Conference on Bipolar Disorders, 2011). Es autor del tratado Principios de Neuropsiquiatría (Asociación Psiquiátrica Mexicana, 2019) de la novela Paramnesia (Penguin-Random House, 2006) y de los libros Breve diccionario clínico del alma (Penguin-Random House, 2010), Un diccionario sin palabras (Almadia, 2016), y Depresión: la noche más oscura (Penguin-Random House, 2020) que exploran las fronteras entre la narración clínica y el ensayo científico. En 2009 obtuvo el Premio Nacional de Ensayo Literario del Instituto de Bellas Artes de México.

 

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Posted: February 10, 2022 at 10:51 pm

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