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Democracia: última llamada

Última llamada

José Antonio Aguilar Rivera

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Estamos frente a un plebiscito sobre la democracia. El fin de ese régimen ocurre precisamente cuando el partido  hegemónico hace imposible, o extremadamente difícil, que las elecciones le hagan perder el poder. […] Ahí podría regresar el país si no se protege la integridad electoral. La candidata oficialista ha dicho con todas sus letras que está en la senda de la restauración autoritaria.

El informe 2024 del proyecto Variedades de la Democracia (V-Dem) sobre el estado de la democracia en el mundo corrobora que México se encuentra a punto de convertirse en una autocracia electoral, si es que eso no ocurrió ya. Aunque los analistas de V-dem todavía consideran a México como una democracia electoral, lo colocan en un área gris entre esa categoría y las autocracias electorales. El país está moviéndose en esa dirección.[1] Esto quiere decir que el proceso de autocratización de los últimos cinco años ha llegado a un punto crítico. Del camino que los votantes tomen en unos meses dependerá la naturaleza misma del régimen en las décadas por venir. Si el país regresa al autoritarismo será muy difícil restaurar la democracia en el futuro. Después de todo, el tránsito del régimen posrevolucionario a la democracia llevó décadas y fue muy accidentado. La evidencia es que, como señala Kevin Casas-Zamora (secretario general de Idea Internacional), las elecciones son los eventos críticos que permiten revertir procesos de autocratización en el mundo. México se encuentra en esa encrucijada: seguir siendo una democracia o volver al pasado autoritario. Preservar las elecciones como un medio para que los partidos puedan perder elecciones, como señala Adam Przeworski, es absolutamente fundamental para que sobreviva la democracia.  Si en 2024 todavía es posible que el gobierno no gane los comicios eso podría cambiar radicalmente en 2027. Eso es exactamente lo que significa el plan “C”. Entre 2018 y 2024 el partido gobernante se adueñó de 23 gubernaturas, un hecho no visto en la corta historia de la democracia mexicana. Estamos frente a un plebiscito sobre la democracia. El fin de ese régimen ocurre precisamente cuando el partido  hegemónico hace imposible, o extremadamente difícil, que las elecciones le hagan perder el poder. Esto se logra, como sabemos, a través de la manipulación y la coerción de las instituciones y los procesos políticos. Esa es la historia del régimen posrevolucionario en México entre 1929 y 1997. Ahí podría regresar el país si no se protege la integridad electoral. La candidata oficialista ha dicho con todas sus letras que está en la senda de la restauración autoritaria.

Un observador externo podría preguntarse, para evaluar la condición de la democracia en México: ¿qué es más significativo, que el presidente pretenda destruir el mecanismo político que permite que los partidos pierdan elecciones (el INE) o que se permita una protesta masiva en contra de  esas mismas medidas? La respuesta es que el autoritarismo mexicano tiene una larga historia de pluralismo limitado y de cooptación política. Durante décadas fue la experiencia cotidiana. Mientras el PRI mantuvo el control firme de los procesos los gobiernos no tuvieron empacho en permitir la expresión de descontento siempre y cuando no amenazase la estabilidad del régimen. El caso de 1968 precisamente fue ese: el movimiento estudiantil fue percibido como un peligro y por eso fue reprimido. La libre expresión de ideas es un componente fundamental y sin él la democracia no puede existir, pero ese régimen requiere que los partidos puedan perder elecciones. Un gobierno autoritario con pluralismo limitado puede permitir manifestaciones si no amenazan su control político. Poder marchar es muy importante, pero lo crítico es que podamos sacar a los malos gobernantes del poder. De ahí que la pieza clave sean los procesos electorales. México tiene una última oportunidad de revertir el proceso de autocratización en las urnas, como Polonia o Brasil. Es una oportunidad con fecha de caducidad. El mecanismo electoral ha sido intervenido, es cierto. El INE no funciona como ante y el Tribunal Electoral ha sido mermado en su autoridad, pero esas intervenciones no alcanzan, aún, para impedir una derrota electoral clara del oficialismo en 2024. Esta es la última llamada de la democracia mexicana. Haríamos bien en escucharla.

Nota

[1] El informe puede consultarse aquí: https://v-dem.net/

 

José Antonio Aguilar Rivera (Ph.D. Ciencia Política, Universidad de Chicago) es profesor de Ciencia Política en la División de Estudios Políticos del CIDE. Es autor, entre otros libros, de El sonido y la furia. La persuasión multicultural en México y Estados Unidos (Taurus, 2004) y La geometría y el mito. Un ensayo sobre la libertad y el liberalismo en México, 1821-1970 (FCE, 2010). Publica regularmente sus columnas Panóptico, en Nexos, y Amicus Curiae en Literal Magazine. Twitter: @jaaguila1

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Posted: March 7, 2024 at 8:08 pm

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