Poetry
La vela del cuervo (Cuatro poemas)

La vela del cuervo (Cuatro poemas)

Miguel Ángel Zapata

LA LLUVIA SIEMPRE SUBEM

¿Hasta dónde me alcanzará esta lluvia?
César Vallejo

Ahora comprendo por qué la lluvia
siempre sube por el corredor del cielo
para encontrarte.
Hoy quiero salir a caminar y volver
cuando sea necesario.
¿Por qué siempre hay que volver?
¿Por qué no esperar a que la lluvia se
suspenda como una acróbata en el malecón
para que nosotros podamos contarle nuestras
perlas al mar?
¿Y cuando la lluvia suba, por qué no retornar
a la casa que te espera?
Y allá arriba pareciera que todo ha muerto,
hasta el faro de la playa que te llama
con la neblina de la noche.
Abajo los perros soñolientos beben agua de
las calles, y los cuervos solitarios acampan
temerosos en la pradera de la playa.
Mi casa está sola: su luz amarilla se niega
a desaparecer en el pasillo.

 

VOY A ESCRIBIR ALGO

Imagino que voy a escribir algo sobre el perro que mira extasiado los cristales o
sobre el blancor intenso del árbol que permanece de pie como un enorme ángel con
espadas. Imagino que voy a subirme a los pinos para tomar fotos de los copos
de nieve que se van deshaciendo sobre la arena. Pienso en pedir al cielo la gracia de
la lluvia fresca. Desnudo, rezo. Los cerros desesperados se agarran del sonido de la
luz del sol que nos derrite, y las rosas amarillas susurran en el patio con mi perro.

 

YA NO TENGO ÁNGEL DE LA GUARDA

Ya no tengo ángel de la guarda. Un día inesperado se perdió en la llanura buscando
la plenitud y el reposo. A pesar de todo, el movimiento del cielo no cesa todavía.
Sigo caminando por el bosque con los ojos abiertos, y a veces siento en el aire
una breve eternidad. Pienso que mi ángel de la guarda —por ese inmenso cariño
por las islas— está de custodio de las profundidades del mar, que después de todo,
es la otra cara del cielo. Sé que no está en el monte Nebo contemplando el tiempo
que vendrá. Mi ángel tenía una larga cabellera negra y sus ojos te seguían por
todas partes. Cuando iba de paseo en mi bicicleta su cabello era una llamarada de
fuego negro que llamaba la atención en todo el vecindario. Nadie la podía ver,
excepto mi perro que agachaba la cabeza cuando volaba por encima de los geranios.
Ya no tengo ángel de la guarda. Ahora camino solitario por las oscuras calles
de los pinos y presiento que alguien todavía me vigila.

 

MI PERRO OBSERVA

Parece que finalmente llegará la lluvia: mi perro observa atento como van llegando
las nubes gordas por detrás de los cerros. Escribo con las patas de mi perro
penetrando la arena del árbol más grande del jardín. Cuando la lluvia llega hay una
mezcla de alegría y tristeza, algo que no se puede explicar con palabras. De pronto
cambia el tono del paisaje, las astillas de la luna se clavan en la ventana que da
a la sala, el árbol alumbra el patio sin hojas, y los geranios cambian el color del
cielo. El cielo rojo envejece con las nubes y mi perro le saca la lengua a los pájaros
muertos.



Posted: April 2, 2012 at 7:24 am

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