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Top 10: Cine mexicano 2014

Top 10: Cine mexicano 2014

Julio César Durán

Una vez más llega la hora de hacer la revisión de fin de año en cuanto a cine mexicano se refiere y aunque en apariencia no fue un año espectacular para la vida fílmica (como lo fue el 2013),  el espectador atento habrá podido notar una serie de películas de gran valor para la posteridad. Así, me doy a la tarea de realizar un ejercicio donde se intenta, por mera intención lúdica, “medir” lo incuantificable como lo es cualquier muestra artística, y pretenciosamente calificar al cine como si ello pudiera realmente hacerse más allá de una impresión personal y subjetiva.

Antes de pasar al listado en forma vale la pena mencionar que muchos de los filmes aquí mencionados sí tuvieron estreno oficial y otros más sólo pudieron verse en algunos festivales de cine, pero todos por supuesto tienen un trabajo y calidad para ser revisitados una y otra vez. Si pareciera haber alguna omisión, puede revisar nuestro conteo del año pasado.

unnamed-910. Yo soy la felicidad de este mundo (Julián Hernández, 2014)

Las complejidades de la sexualidad y las relaciones humanas, una vez más, a través del estilizado ojo del realizador dos veces ganador del Teddy Award en la Berlinale. Aquí se da cuenta de la carnalidad, de las emociones, del ir y venir constante de los deseos llevados por los vacíos (o no) de 3 personajes masculinos (con un joven director de cine como protagónico) a través de algo que va más allá de cualquier preferencia sexual. La imaginería de Hernández está llena de preciosistas planosecuencias y travellings ejecutados por uno de los mejores cinefotógrafos mexicanos en la actualidad: Alejandro Cantú. Quizá la exquisitez del filme sólo se vea opacada por diálogos parcos, pero la experiencia estética vale la pena.

9. El incidente (Isaac Ezban, 2014)

Este filme recupera el buen cine mexicano de ciencia ficción y lo mezcla de manera genial con un tono de suspenso, tan claustrofóbico, que se agradece. Más que ser la revisión a una obra como La dimensión desconocida, la película homenajea a aquella serie televisiva, sin mayores intenciones que las de contar una buena historia y hacerlo de la manera más verosímil y profesional posible. La ópera prima de Ezban le concede acertijos al espectador, en un momento en que las grandes producciones comerciales mexicanas, prefieren no increpar de ninguna manera al público y simplemente ser un divertimento olvidable. El manejo de una historia de este calibre, no se ve todos los días y cautiva nuestra atención en un momento perfecto: apenas el inicio de una prometedora filmografía.

8. Ex aequo: El tercer sendero (Jimmy Cohen, 2013) & La mañana no comienza aquí (Iván Ávila Dueñas, 2014).

Dos filmes digitales, que tuvieron su estreno en cartelera a inicios y final de año respectivamente, comparten el octavo puesto de esta lista. Ambas, con su clara herencia de cine experimental mexicano (quizá con padres como Rafael Corkidi) merecen toda atención posible por su atrevimiento formal y por su desapego a las temáticas tradicionales de la filmografía nacional. La de Cohen se trata de un collage conceptual muy cercano al cine para galería, un golpe a los sentidos; la de Ávila Dueñas representa un ensayo visual con 2 mujeres en conexión mística. Estos dos filmes ofrecen un respiro y le dan una frescura a una cinematografía nacional a veces atascada en pretensiones narrativas contemplativas, pocas veces experienciales, aquí de las manos de un fuerte debutante y de uno de los cineastas mexicanos más interesantes del siglo XXI.

unnamed-67. Los insólitos peces gato (Claudia Sainte-Luce, 2013)

Se trata de una tragicomedia basada en experiencias reales de la directora, donde la protagonista se ve llevada a adoptar a un familia entera, cuya madre padece una enfermedad terminal. A partir del involucrarse con una dinámica ya establecida vamos entrometiéndonos con Claudia, y la cámara (narrador-testigo), en la peculiar vida diaria de una casta que aparentemente está en descomposición, pero que tiene los lazos sanguíneos más amarrados que nunca, hasta dejarnos completamente sin guardia con un poderoso afecto por las 4 mujeres y el niño que la componen. Una mezcla sonora sólida mas un sobrio diseño de producción, sumados a una inteligente dirección actoral, producen una pieza lacrimógena que no repara en arrojar su sencilla honestidad a los ojos del público.

6. Workers (José Luis Valle, 2013)

Migración, fronteras, cultura popular, riqueza y pobreza; personajes que atraviesan a momentos una utilización deliciosamente ambigua del tiempo en pantalla, comienzan y terminan un relato a partir de la apertura absoluta de un mar que pone el toque onírico a su pasado y su presente. La ciudad de Tijuana, con su parsimoniosa cotidianidad (poco vista de esa manera en el séptimo arte) se nos revela desde el trabajo “a la Sísifo” de Rafael y Lidia, dos personas maduras que a través de los últimos años de su modus vivendi estarán encontrando, tal vez, una vida extraviada hace mucho. Filme que deja un gran sabor de boca al evadir cualquier motivo panfletario y pone de manifiesto los sueños simples de la clase media-baja fronteriza.

5. La danza del hipocampo (Gabriela Domínguez Ruvalcaba, 2014)

¿Dónde se encuentran alojados nuestros recuerdos? ¿Cómo conformamos nuestra manera de ser a partir de nuestras vivencias, nuestra memoria y cómo las compartimos? A través del viaje personal de la realizadora, caminamos por un terreno poético representado en la forma de un ensayo documental que tiene bien aprendido y honrado al maestro Chris Marker. Aquí nos enfrentamos a una serie de cuestiones donde la historia personal y la memoria misma serán el motivo de una reflexión que irá construyendo el pasado/presente/porvenir de la autora. El cine se mira al espejo y en el estilizado reflejo alcanzamos a vislumbrar un emotivo discurso sobre la manera en que entendemos el tiempo y las marcas que deja en cada uno formando nuestra humanidad.

unnamed4. Atempa: Sueños a la orilla del río (Edson Caballero Trujillo, 2013)

Tres personajes marcados por su condición de diferentes, de otredad. Sin embargo, se trata de una otredad asimilada, que nos pone frente a los ojos su valor y su determinación para vivir en un mundo tradicionalmente masculino. El realizador compone una suite narrativa que tiene como guía la existencia de Tino, un encantador muxe oaxaqueño, a lo largo de seis años. El lenguaje del documental supera con creces al formato, que no obstante su llana apariencia, consigue explotar de la manera más efectiva y entrañable para envolvernos en el mundo de la diversidad sexual a la mitad de un heroico pueblo perdido del istmo de Tehuantepec. Lo que vemos en Atempa es un cine que no necesita etiquetas y de una dignidad inigualable.

3. Eco de la montaña (Nicloás Echevarría, 2014)

Una tradición ancestral, que ante el embate de la moda y de la corrección política de cualquier mandatario internacional (que parecieran sepultarla), permanece viva. El camino, el ritual, la espiritualidad vista desde una manifestación estética, se dan cita en un documental que nos introduce al corazón de la familia de Santos de la Torre, artista wixárika olvidado, quien emprende frente a la cámara de cine, una nueva aventura mural. La colorida pieza que va creando nuestro personaje, da pie a una trabajada producción que se refleja en los impresionantes matices que capturan el maestro Echevarría y Sebastián Hofmann. Este filme reitera dos motivos: que los grandes maestros mexicanos del cine siguen en pie, y que las antiguas tradiciones indígenas –hoy, cuando los corporativos y el gobierno los amenazan– son más necesarias que nunca.

2. Navajazo (Ricardo Silva, 2014)

Se le describe como etno-ficción,  es decir ¿una confrontación formal entre una estética narrativa y las relaciones culturales del universo tijuanense? El áspero y a la vez cautivante filme de Silva, es un vistazo provocativo a la convulsión social y ética de un mundo post apocalíptico. Si hubiera que regenerar al subgénero de películas que ocurren tras un cataclismo mundial, ésta obra sería la muestra más atrevida y compleja de llevarlo a cabo: a partir de fragmentar formatos digitales, dirección de no-actores y una sórdida frontera que se pretende ignorar, se hace un montaje de recursos para revolver las butacas. El filme, que tiene los 3 primeros minutos más poderosos del cine mexicano del año, merece la plata de un cine nacional que en pleno siglo XXI sigue buscándose a sí mismo, y nos da perfecta cuenta de ello.

unnamed-51. Güeros (Alonso Ruizpalacios, 2014)

Una mesurada combinación de manejo del lenguaje cinematográfico, con una muestra de estilo es lo que la ópera prima de Ruizpalacios propone. Un monumento al buen gusto, desde su sobrio blanco y negro hasta la sencilla anécdota de road movie: el Sombra y Santos (estudiantes de la UNAM en medio de una huelga) junto al pequeño Tomás y la activista Ana, recorrerán capitularmente el Sur, Poniente, Centro y Oriente del D.F. en busca de Epigmenio Cruz, el rockero de culto que “hizo llorar a Bob Dylan”. La honestidad de la película conmueve, el diseño sonoro decide atinadamente qué escucharemos, dentro de la lógica del argumento, y qué tendremos que llenar con nuestras experiencias personales; la película apela a una conexión con el público y permite su participación sin dramatismos ni exageraciones; esto se suma su atemporal gris, sus detalles meta-fílmicos y su bien colocada banda sonora llena de Agustín Lara. Güeros es una verdadera sorpresa en este 2014 que termina, por su fuerza, por su emotividad, su sencillo humor y su inteligencia. La naturalidad de las interpretaciones construye el andamio para una narración que no soltará a audiencia alguna y que demuestra la posibilidad de comunión entre un cine personal hecho con dedicación y un cine para el gran público.


Posted: December 27, 2014 at 11:17 pm

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