Essay
La novela soy yo, eres tú

La novela soy yo, eres tú

Lolita Bosch

Previo a la escritura y físicamente hablando debemos, a la fuerza, romper mitos. La mala educación literaria que hemos recibido en las escuelas (donde nos enseñaban a leer, nunca a escribir); los conceptos que nos suenan de los talleres literarios o de la teoría dispersa (narrador en primera persona u omnisciente, tiempo verbal); y las ideas preconcebidas que no hemos pensado suficientemente (“una novela es una historia”, “una novela más no le importa a nadie”), nos impiden pensar lúcidamente nuestro propio proceso literario. Y para ser capaces de pensar de manera subjetiva debemos comenzar por preguntarnos, cuestionar, replantear y poner en duda. Porque tenemos la falsa sensación de saber algunas cosas y, a menudo, ni siquiera vemos la necesidad de preguntárnoslas. Y ése es un grave error.

 El error

No hemos pensado en las absurdas certezas que reproducimos cuando lo cierto es que cada vez, en cada nueva novela, debemos volver a buscar e inventar respuestas y recursos que nos sirvan para crear un texto concreto. Porque el aprendizaje literario no es acumulativo, sino subjetivo y radical. Y lo hemos asimilado mal, de raíz, porque nos han enseñado a pensar como lectores y no como escritores.

Por eso propongo iniciar el proceso de escritura haciéndonos seis preguntas fundamentales que, con rigor, evitarán comenzar con falsedades heredadas y nos ayudarán a pensar en un proyecto verdaderamente literario. Es decir, subjetivo y único. Y entiendo que deberíamos hacernos dichas preguntas sin buscar información más allá de tus sensaciones. Debería servirnos para hacernos evidente qué mitos necesitamos romper para aprender a pensar en nuestro propio proceso de escritura: 1. ¿qué es una novela?, 2. ¿qué pasa en una novela?, 3. ¿la novela dice la verdad?, 4. ¿cómo se hace una novela?, 5. ¿por dónde comenzamos? y 6. ¿cómo logramos pensar en una novela sin pensar en una historia?

No. Una (buena) novela no es un diario personal, una carta, un mensaje, una tesis, un panfleto político ni social, una lección o una forma de alardear ni de deslumbrar. Y, sobre todo, sobre todo, una novela no es una historia. “La escritura no expresa, la escritura produce”, nos dice la escritora mexicana Cristina Rivera Garza. Y aunque parezca contradictorio ahí es donde radica su estricta tensión. Porque una novela es la construcción que realiza el lector tras el acto de curiosidad infinita que ha hecho el escritor y que, de nuevo, resume Cristina Rivera Garza diciéndonos que “escribir es vaciar”.

Es

Una forma distinta de pensar, de relacionarnos con la realidad, una traslación de nuestro mundo, una representación, una reinterpretación, una posibilidad. Un texto que construye un mundo con sentido, al que se pueda acceder y del que se pueda salir, con códigos que nos permitan interpretarlo, habitantes verosímiles y una inquebrantable sensación de verdad. Verdad, no realidad: que tanto empobrece nuestra capacidad de comprensión. Sino de La Verdad, así, trascendental, que decía Lacan que sólo podía tener estructura de ficción. La realidad no. La realidad está en este mundo que pisamos, en las historias, las rutinas, las pláticas. Pero la verdad con estructura de ficción es el aire que es la literatura, esta vida única y extraordinaria que logra que un mundo rabiosamente subjetivo se comparta a través de cuatro efectos: que se vea, que se entienda, que genere empatía y que se pueda interpretar.

Interpretar. Algo maravilloso en lo que no solemos pensar cuando nos sentamos a escribir una novela. Un movimiento casi de quietud frente al espejo en el que el escritor desaparece y el lector se encuentra, en la novela, a sí mismo. Y entonces sí, entonces tiene la sensación sagrada de reconocerse a medida que se construye un mundo, en silencio, en absoluta soledad, íntimo. Radicalmente suyo.

Mío. Nuestro. De todos nosotros, todas nosotras.

Cada vez, único.

Pero el aburrimiento, esta manera tan triste de explicar la literatura en las escuelas (nunca una obra en construcción, un edificio, un dique, el soplete que sella un submarino, una llave inglesa; sino algo siempre, siempre acabado, una obra magistral, un talento inalcanzable, el summum de una suerte de inteligencia o de talento que no sabríamos cómo capturar ni definir ni transmitir), nos impide a menudo entender que lo que nos han enseñado en la escuela es falso. Que la literatura no está en la raíz lógica e implacable de las historias, no es un pastel que siempre se cocine con la misma receta, no es un carro de leyenda cargado de inspiración, recursos casi mágicos, casi ilusorios, que traen consigo y porque sí algo que nos conmueva.

No. Esto, de este modo, no ocurre.

Porque cuando el lector logra encontrar en la novela una historia completa y terminada, un raíl que le permita entrar y salir de una novela, es únicamente porque el escritor antes ha logrado desgajarla para ver en ella un texto, un trabajo en construcción que ha sido capaz de pensar por partes. Una mandarina. Y se ha resistido tercamente al mito de que la historias, los sermones y las verdades religiosas han permeado en todos y cada uno de nosotros. Como si el orden que imponen la redacción y la gramática fueran una convención inequívoca que ha entrado en nuestros cuerpos hace siglos y se ha convertido en esta raíz de olivo que lo empantana todo y no termina de quemarse nunca. Tajante. Podría parecer que no hay modo de arrancarla porque los olivos no se apagan tras un incendio sino que reproducen una y otra vez el fuego que siempre les queda dentro.

Que ardan. No importa. Porque la novela no es está en esa raíz.

La novela soy yo. Eres tú.

Siempre e inevitablemente.

Lolita Bosch de negroLolita Bosch nació en Barcelona en 1970, pero vivió mucho tiempo en Albons (Baix Empordà). También ha vivido en Estados Unidos, India y, durante diez años, en la Ciudad de México. Ha publicado, entre otras novelas, Tres historias europeasLa persona que fuimosLa familia de mi padre o Esto que ves es un rostro, así como su antología personal de literatura mexicana Hecho en México y el ensayo narrativo Ahora, escribo. Su Twitter: @LolitaBosch

 

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Posted: October 17, 2016 at 9:40 pm

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